Los viajes aéreos son un milagro moderno con efectos colaterales. Puedes volar al otro lado del mundo en cuestión de horas, pero la fatiga y la desorientación seguramente arruinarán tu primer día en la ciudad destino. Por supuesto que hay algunos remedios al jet lag (desfase horario), como la melatonina, pero ¿qué dirías si el propio avión fuera la solución?
El nuevo A350 XWB de Airbus cuenta con leds que pueden generar 16.7 millones de combinaciones de color en el interior de la cabina. La finalidad es engañar al cuerpo del pasajero exponiéndolo a una luz solar falsa que cambia durante el viaje, imitando la graduación natural del día a la noche y de la noche al día. Aunque no se han realizado pruebas clínicas con el A350, la teoría es que debe funcionar, dice el neurocientífico Frank Scheer, de la Universidad de Harvard. “El aspecto más importante para volver a sincronizar el reloj interno de tu cuerpo con la luz es el momento”, dice. “Si proyecto una luz en tus ojos durante la noche, retrasaré tu reloj. Si hago lo mismo por la mañana, lo adelantaré”. El cambio de luz tiene que corresponder con la trayectoria del sol en la zona horaria de destino, no la de origen.
Sin embargo, Scheer previene que, aun cuando la idea y la implementación de Airbus quizá son correctas, el método podría fallar si viajas largas distancias de oeste a este. Por ejemplo, digamos que sales de Boston a las 6 p. m.; vuelas ocho horas, y llegas a Ámsterdam a las 8 a. m., hora local; y programaron las luces del avión para simular el amanecer. Esto podría ser contraproducente. La razón es que tu reloj interno sigue funcionando con el horario de Boston (donde son las 2 a. m.) y tu cuerpo interpretará la iluminación como el ocaso, y no como las primeras horas de la mañana.
Como sea, Airbus sigue adelante con su proyecto: en enero de este año, Qatar Airways iniciará el servicio regular A350 a Filadelfia, y pretende ofrecerlo también para Boston y Nueva York en marzo. Las primeras reseñas no han sido del todo malas. “Llegué sintiéndome estupendo”, dice el reportero de viajes Zach Honig, quien viajó en el A350 en un vuelo de doce horas de Nueva York a Doha, Catar, y luego continuó a Múnich. “Aunque sólo dormí un par de horas en los dos trayectos, llegué a Múnich listo para trabajar”.
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Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek