Miembro de la Sociedad de Autores y Compositores, y en sus propias palabras, “del club de los optimistas”, Paty Cantú brilla con luz propia. Su belleza es la evidencia inmediata, pero no tarda en avalar que vive uno de sus mejores momentos personales y profesionales: “Últimamente todo me parece increíble. Hasta lo malo, si tiene solución, no lo veo tan malo”. Pero esta circunstancia no se ha dado sola para la cantante, es resultado de un fructífero desarrollo profesional que culmina con su tercer disco, Corazón bipolar.
ANTONIO CRUZ/NW NOTICIAS
Ahora, admite Cantú, su música se nutre como nunca de situaciones reales, muchas de las cuales sus seguidores le confiesan con el cariño de una amistad de años. De hecho, recuerda anécdotas muy íntimas de sus seguidores, que de alguna forma están contenidas en el disco, aunque asegura: “Nunca las revelaré. “Cada historia que cuento es más cruda que las anteriores. Mi público me inspira a hablar de situaciones reales, tal vez no cómodas, pero son parte de una expresión de cómo se ha redefinido el amor y la música con estas generaciones”, afirma.
“No sólo el artista abandera la voz de la gente, sino que ellos abanderan también mi propia voz”, agrega Paty, riendo: “Soy una intensa”. Pero parece que la “intensidad” la favorece en el plano creativo, ya que le ha permitido evolucionar hacia una composición más visceral. Su tercer disco es una colección de historias un tanto más complejas y humanas.
“Al convertirme en compositora voy desarrollando un músculo creativo que va funcionando mejor cada día. Este disco se trató de averiguar quién era yo como músico y de experimentar en la producción. “Tuve dos años de gira para componer o compartir escenario con gente como Alejandro Sanz, Laura Pausini, Ana Torroja, Emmanuel, Juan Gabriel, Andrea Boccelli”, dice Paty Cantú. Y en Corazón bipolar se hallan estampados todos los elementos de este crecimiento musical.
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—Después de tres discos, ¿prefieres el proceso de componer o interpretar?
—Componer es un proceso muy íntimo, me emociona mucho despertar y saber que ese día voy a componer; pero no hay nada como cantar en vivo, cuando compartes una canción, esa pena o alegría se divide y se multiplica. Ahí es cuando siento que cumplo mi propósito como artista. Una cosa sin la otra para mí, hoy, no funciona.
—¿La última canción que escuchaste es la misma que tarareas?
—Sí, se me pegan canciones como chicle y ando todo el día con el ear worm. Va a sonar mal, pero venía escuchando el dueto que grabé con Juan Gabriel; no es que siempre me esté escuchando a mí misma, es que este dueto ya se grabó, pero no ha salido aún y me emociona muchísimo, me gusta imaginar cómo lo va a sentir la gente.
—¿Apps o libros, cómo te entretienes?
—¡Las dos! Soy fanática de las apps de streaming de música. También bajo apps para aprender idiomas, hace un año usé una para aprender alemán y ahora francés. Aunque sigo comprando libros también, el último que compré fue 1984 porque lo perdí y lo quería volver a leer. Amo ir a festivales de música, si no estoy en uno es porque estoy trabajando.
—¿La última vez que tú te sentiste valiente?
—Creo que intento asumir todos los días con valentía. Levantarse y enfrentar cada detalle de tu cotidianidad personal, profesional y emocional es de gente valiente. Saber que lo que hagas y digas puede afectar a la gente que tienes cerca.
—¿La última vez que saliste de tu zona de confort?
—Soy un oxímoron: me da pena salir de mi zona de confort, pero como artista hay una responsabilidad de generar conversaciones y eso no siempre está dentro de la zona de confort de todos. Podría concentrarme siempre en lo banal, en lo egoísta, pero el trabajo que tengo me permite acompañar a muchísima gente, y para hacer eso tengo que tocar temas incómodos a veces, no puedo componer sólo de mi vida porque entonces me limito.
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