Basándose en
imágenes satelitales solicitadas por la Procuraduría General de la República
(PGR), el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (GIEI-CIDH), dio a conocer
que la noche del 26 y 27 de septiembre de 2014 no se registró ningún tipo de
incendio en el basurero de Cocula, con lo que la versión del exprocurador Jesús
Murillo Karam, a la que llamó la “verdad histórica” sobre el destino de los
normalistas de Ayotzinapa, quedó derribada.
Después de haber hecho un peritaje independiente en el basurero sin hallar pruebas de un incendio de esa magnitud, el GIEI solicitó PGR registros satelitales de la zona en las horas posteriores a la desaparición de los chicos y el informe entregado “muestra un solo punto de incendio que no corresponde a las coordenadas de Cocula”, dijo en rueda de prensa el abogado Alejandro Valencia, miembro del grupo.
Angela Buitrago,
quien forma parte del GIEI, reveló que las imágenes muestran que hubo lluvia en
la zona, misma que entre la 1 y 4 de la mañana alcanzó los 21.8 milímetros de
precipitación, lo que vuelve imposible que haya existido un incendio de la
magnitud requerida para incinerar cuerpos.
Estas
conclusiones derivan de la petición directa del GIEI a la PGR para solicitar un
estudio a un centro especializado en meteorología de la zona de Cocula-Iguala
los días 26 y 27 de septiembre de 2014, mismo que fue realizado por los
especialistas de dicho centro del cual se omite dar información el 30 de
septiembre de este año, y en el cual se señala que la estación meteorológica de
Iguala tuvo una precipitación acumulada de 21.8 mm de la 1 am a las 4 am del
27 de septiembre de 2014, y aunque no se obtuvieron registros específicos sobre
Cocula, el informe señala que los pronósticos e imágenes de nubes muestran un
perfil similar, por lo que las condiciones meteorológicas debieron ser prácticamente
las mismas.
Hubo incendio, pero no en Cocula
Sumado al registro de lluvia la noche del 26 de septiembre de 2014 y la madrugada del 27 en esa zona de Guerrero, para el GIEI, el estudio ratifica las conclusiones de su informe de septiembre que desmontaba la llamada “versión histórica” oficial y pidió que se tome en cuenta para seguir buscando a los jóvenes en otros sitios.
El estudio
citado muestra en el monitoreo satelital muestra que sí hubo un incendio en
Guerrero el 27 de septiembre, pero este no concuerda con las coordenadas que
Cocula ocupa en el mapa, por lo que el informe de los experos del GIEI-CIDH
concluye que “sí llovió en Iguala el 26 y 27 de septiembre de 2014, y que no se
detectó un incendio en la población de Cocula durante los mismos días”.
El GIEI
consideró que este análisis apoya totalmente las revelaciones incluidas en su
informe y que debe ser aportado como un material fundamental en la realización
de cualquier estudio, y celebró que la semana pasada la fiscalía general abriera una unidad especial de investigación del caso supervisada por el grupo, que trabaja en nuevas líneas de indagación y búsqueda tal y como lo venían solicitando desde hace meses los padres de los jóvenes y diversas ONG internacionales.
Tenemos un “buen acuerdo de trabajo” y estamos trabajando en “prioridades importantes para dar pasos clave (…) incluyendo las cuestiones sobre lugares de búsqueda o sobre los crematorios”, sostuvo el español Carlos Beristain.
Los expertos
ofrecieron la rueda de prensa en el marco de su segundo mandato de seis meses
sobre el caso, que expira en abril de 2016, luego de que la CIDH y el gobierno
sellaran una segunda etapa de trabajo sobre la base de 10 compromisos, entre
ellos el cambio de la oficina que lleva la investigación del caso, mismos que
hace un par de semanas, el mismo grupo interdisciplinario señala que no se habían
cumplido los puntos acordados por parte del gobierno.
La versión de las autoridades y del gobierno de México señalan que, mientras tomaban autobuses para unas protestas, los chicos fueron atacados la noche del 26 de septiembre de 2014 por policías de la ciudad de Iguala, que los entregaron a un cártel que los asesinó e incineró sus cuerpos por creer que entre ellos había infiltrados miembros de un grupo rival.
La hipótesis de que uno de los autobuses tomado por los estudiantes estuviera cargado de droga en esa zona clave del narcotráfico mexicano está siendo evaluada por la nueva unidad, dijo Beristain.
Con información de
Sin Embargo y agencias