El Estado Islámico es una de las organizaciones extremistas más
poderosos del mundo, y ocupa un territorio de extensión similar al Reino Unido,
con una población de diez millones. El
terrorismo, además de transmitir un mensaje de no-tolerancia, es un negocio muy
redituable para el grupo jihadista.
Un estudio hecho por Thomson Reuters titulado Islamic State: The Economy-Based Terrorist Funding explora las
distintas fuentes del financiamiento del Estado Islámico. Según esta publicación,
éste posee bienes con un valor de 2 millones de billones de dólares, con un ingreso anual de casi 3 mil
millones de dólares. Además, advierte que es muy probable que ISIS esté
intentando adentrarse en la economía mundial a través del sistema bancario o
ciertos sectores industriales, específicamente energía y commodities. Esto, con
ayuda de una extensa red de lavado de dinero.
Cobro de
impuestos, petróleo, fosfatos, gas natural, extorsión, donaciones, cemento,
trigo, cebada, e incluso la venta de antigüedades, sus ingresos están altamente
diversificados. La estructura financiera de la organización le ha permitido
costear los ataques terroristas. Y estos, en cambio, han tenido resonancia en
los mercados bursátiles. Apenas días después de los eventos en la capital
francesa, las empresas más importantes del sector defensa en el mundo vieron un
repunte del 1 y 8 por ciento en el precio de sus acciones. Por el contario,
empresas del sector turístico, en especial las aerolíneas, sufrieron pérdidas.
Los ataques terroristas
están diseñados para provocar fracturas en las relaciones entre Europa y Medio
Oriente. Hace apenas un año, el presidente ruso Vladimir Putin viajó a Ankara
para establecer una “relación estratégica” con Turquía. Después de que ISIS
derribara un jet ruso dentro del espacio aéreo turco hace tres días, Putin
advirtió que habrá “serias consecuencias”.
Sin embargo, es poco probable que el primer mandatario inicie una guerra
en territorio turco, pues alrededor de 60 por ciento del gas natural que se
utiliza en el país es de origen ruso.
La situación se
complica si se toma en consideración el proyecto billonario que ambos países
están por emprender para transportar el combustible a través del Mar Negro, así
como el apoyo de 20 billones de dólares para construir una planta nuclear en
Turquía. Tras el incidente del pasado martes, Putin señaló que su gobierno
tiene registro de grandes cantidades de petróleo y sus derivados siendo
transportados hacia territorios ocupados por ISIS. Según un artículo reciente de
la revista Foreign Policy, el Estado Islámico gana entre 250 mil y 1.5 millones
de dólares al día por la venta de petróleo y refinados como diesel y gasolina.
Es por esto que los bombardeos de EEUU y Rusia se han enfocado en puntos
estratégicos de distribución, tales como refinerías móviles.
Como consecuencia
de los atentados del 11 de Septiembre, organizaciones como el Fondo Monetario
Internacional y las Naciones Unidas han exhortado a los países miembros a
establecer filtros de flujo de dinero a través del sistema financiero
internacional, con el fin de rastrear fondos de grupos terroristas. Estados
Unidos fue el principal promotor de esta iniciativa, y su gobierno afirma que
ha sido una medida efectiva en contra de las organizaciones terroristas. Sin embargo,
ISIS ha sabido evadir los controles, aprovechándose de situación geográfica
única de Siria e Irak para vender sus productos en el mercado negro.
Los bombardeos
aéreos son efectivos a corto plazo, pero no son una solución definitiva. ISIS
ha hecho del terrorismo un negocio difícil de desmantelar. El Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas pasó un voto unánime para combatirlo con base
en una resolución presentada por François Delattre, el representante de Francia
en la ONU. Las alianzas que se deriven del conflicto podrían resultar en una
reconfiguración de la estructura político-económica internacional actual.