Desde 1986 las autoridades han evacuado permanentemente a casi 120 000 personas de la zona de exclusión de Chernóbil, una región variopinta que abarca los tres países.Mientras que los seres humanos prácticamente no han regresado y no es probable que lo hagan en el futuro inmediato, los animales sí lo han hecho, en una escala que ha sorprendido a algunos científicos.
Una nueva investigación indica que estos animales no han sido tan seriamente afectados por la radiación como se creía. En un estudio publicado el 5 de septiembre en la revista Current Biologyse descubrió que no existía ninguna correlación entre la cantidad de radiación observada en un área y el número de huellas de animal encontradas allí.También se muestra que las poblaciones de animales, que comprenden alces, lobos, jabalíes, corzos y zorros, aumentaron en los años posteriores al accidente, lo cual sugiere que el envenenamiento acumulativo por la radiación no ha reducido la cantidad de animales.
Los cálculos de población en la zona de exclusión alrededor de Chernóbil parecen ser similares a los de otras reservas de flora y fauna cercanas, se descubrió en el estudio.Por ejemplo, los científicos descubrieron que las cantidades de alces, venados rojos, corzos y jabalíes en la zona de exclusión son casi iguales a las de las reservas no contaminadas en Bielorrusia. Sin embargo, los investigadores calculan que en Chernóbil hay aproximadamente siete veces más lobos que en las otras reservas.
Ron Chesser, un científico investigador de la Universidad Tecnológica de Texas que no participó en la investigación, afirmó que el estudio era un esfuerzo hercúleo que mostraba que “las dosis de radiación en la región no bastan para causar una disminución en las poblaciones.”
También “confirma lo que ya sabíamos quienes trabajamos en la zona… que las poblaciones de flora y fauna están prosperando y que así ha sido durante varios años”, dice Chesser.
Jim Smith, de la Universidad de Portsmouth en Inglaterra y autor principal del estudio, dice que el trabajo muestra que los asentamientos humanos son el principal elemento impulsor de la disminución de ejemplares de flora y fauna. Eso no quiere decir que la radiación no haya tenido ningún efecto, sino que su impacto podría ser menos importante de lo que se temía.”Es muy probable que la flora y fauna en Chernóbil se encuentren mejor de lo que era antes del accidente”, dice, “no porque la radiación sea buena para los animales, sino porque hay muchos menos asentamientos humanos.”
Pero Tim Mousseau, científico de la Universidad de Carolina del Sur que ha trabajado en la región de Chernóbil durante 15 años, no está de acuerdo con las conclusiones de la investigación.Dice que la metodología del artículo no permite concluir si la radiación afecta o no a las poblaciones de animales.Argumenta que en otros lugares de Europa en los que se han impuesto restricciones a la caza, las poblaciones de venados y zorros y otros animales han aumentado más rápidamente de lo que puede verse alrededor de Chernóbil, lo cual indica que la radiación tiene un efecto restrictivo en el crecimiento de la población animal.
También afirma que el hecho de centrarse sólo en los números de población es insuficiente y potencialmente engañoso.Su trabajo ha mostrado que la radiación en esta región ha provocado disminuciones de fertilidad en diversos animales, especialmente aves, y un aumento en la cantidad de daños genéticos y efectos en la salud como las cataratas, que son un oscurecimiento de la retina vinculado con la exposición a radiaciones.
“Este estudio solo se aplica a los mamíferos grandes que se encuentran bajo la presión de ser cazados y no a la gran mayoría de los animales, por ejemplo, la mayoría de las aves, mamíferos pequeños e insectos, que no son directamente influidos por los efectos de los asentamientos humanos”, afirma.”Por esta razón, no aborda la cuestión fundamental de las formas en las que las poblaciones naturales son afectadas por los contaminantes radioactivos.”
La zona no está “tan poblada como puede verse en otros lugares del mundo donde la caza ha sido controlada”, dice Mousseau.
Pero Chesser no está de acuerdo y afirma que el estudio muestra que “los hábitats y las poblaciones se recuperan y esa flora y fauna es mucho más resistente que lo que podríamos haber pensado hace 50 años.”
Sin embargo, todos están de acuerdo en que se trata de un área de la ciencia que requiere más investigación y es especialmente relevante dada la contaminación generada por el accidente provocado por un sismo en la planta nuclear Daiichi de Fukushima en Japón en 2011.Mousseau dice que, en general, los científicos todavía no tienen una comprensión profunda de cómo la radiación afecta al ecosistema en general. “Realmente no tenemos las respuestas para estas preguntas”, señala.