Estar frente a Luis Eduardo Aute es como encontrarse a un viejo amigo con el que se tiene mucho de qué hablar. Enfundado en jeans, una ligera camisa azul desajustada y zapatos sin calcetines, el polifacético artista pide un café y habla brevemente del disco Giralunas que un puñado de jóvenes artistas españoles y latinoamericanos han tenido a bien producir en homenaje a su música, que para muchos es también poesía.
“Es gratificante para mí”, asegura Aute, quien expresa que su única aportación al disco es un cortometraje de animación titulado Vicent y el giraluna, el cual produjo en su casa de modo artesanal junto a su hijo y un amigo de este, y confiesa la única condición que puso al proyecto:
“Sólo pedí que fueran artistas que realmente sintieran un afecto por mi música, sin nombres de relumbrón como parte de una estrategia de marketing.”
Así, de pronto se revela la vocación y el mensaje que ha sostenido Aute a través de su ya larga trayectoria como músico, poeta, pintor y cantautor: buscar el contenido alejado de formas superficiales. Entonces, entramos en materia.
—¿Cuáles son los asideros de un artista en tiempos donde la realidad es tan compleja?
—E injusta, agregaría… Hay un sistema que está haciendo agua por todas partes. Aunque se aferren en sostener que la locomotora sigue para adelante, se está estrellando… La desigualdad crece y el hambre sube al norte intentando sobrevivir, vemos movimientos de jóvenes que pretenden crear otro sistema; no sabemos bien cuál, pero si cuál no.
—Como europeo, ¿qué piensas de lo que pasa en Grecia?
—Grecia nos demuestra que la política está totalmente sometida a los intereses del dinero. El 70 por ciento no quería seguir el trato con la UE, pero desde Bruselas dicen que esa es la única forma de sobrevivir. Grecia dijo que no quería estar en “esa” Europa; Grecia es Europa, tanto así que la palabra “Europa” es griega. Pero no quieren esa Europa de los mercaderes, de los lobbys financieros.
Para Aute, vivimos una situación histórica límite donde se intenta desaparecer cualquier propuesta cultural que promueva la sensibilidad y el conocimiento que haga del humano algo más que un mero contribuyente, aunque siente confianza en las nuevas generaciones.
“Hay jóvenes que están buscando otras formas de vida a través de propuestas muy ricas e imaginativas, utilizando campos diversos y medios distintos donde pueden volcar su imaginación… de ahí saldrán nuevas formas de convivir.”
—¿La música vive también momentos convulsos?
—La música que se escucha en la radio es música de laboratorio, una fábrica de sonidos alienantes. Su consumo fácil la vuelve impositiva y te desentiende de la realidad, pero hay plataformas donde uno encuentra propuestas muy ricas en ideas, campos distintos donde se puede mantener comunicación con gente inquieta.
—¿Nuestra libertad está acotada por el sistema?
—El poder es libre porque dispone y es dueño de las libertades de los demás; hay una especie de simulacro donde existen campos en que te puedes mover, siempre y cuando no toques el fondo de la cuestión; el que pasa hambre no tiene libertad, ¿de qué le sirve si lo que quiere es justicia?
—¿Cuál es tu última impresión de México?
—Hay contradicciones tan evidentes que parece que dejan de serlo, me produce tristeza lo que ocurre en este país; su gente es cordial, generosa y cariñosa, pero a la vez suceden barbaridades que me cuesta trabajo entender. Sin duda, México es el centro neurálgico de lo que este continente puede aportar al mundo.
—¿Usas redes sociales?
—No tengo celular, no tengo Twitter, no tengo Facebook.
—¿Qué opinas de este tipo de comunicación?
—Es un demonio y un invento fabuloso, cualquier cosa que se te ocurra o pienses lo tienes allí, pero también se encierra el horror del control absoluto. Orwell se quedó atrás, saben perfectamente lo que vamos a hacer, lo que estamos pensando; la historia se está prefabricando, hasta los enemigos se prefabrican.
—¿Esta tecnología es tan necesaria?
—Estamos absolutamente enfermos de ansiedad de información, en vez de servirnos de esa tecnología, estamos siendo abducidos por ella, ya importa más el continente que el contenido… y el medio es el mensaje.