Era el mes de abril de 1865 y la Unión acababa
de declarar su victoria. Un soldado rebelde del Noveno Regimiento de Caballería
de Virginia se preparaba para entregar sus armas. Guardó sólo sus ropas en su espalda
y, en un acto final de rebelión, escondió una bandera confederada de batalla
atándola alrededor de su torso. Más de un siglo después, la bandera,
considerada una de las reliquias más raras de la Guerra Civil, se vendió en 82,000
dólares en una subasta.
Durante años, la bandera de los Estados
Confederados ha servido como un poderoso símbolo que ha significado cosas
absolutamente distintas para personas diferentes. Para algunos, evoca el Viejo
Sur, mientras que para otros es un recuerdo del carácter sagrado de los
derechos y atribuciones de cada estado. Para los entusiastas de los objetos de
interés, la bandera es una intrigante antigüedad, mientras que para otros es
sólo una calcomanía que poner en una Dodge Charger que proclama orgullosamente su
pertenencia a la Nación de los Sureños de Clase Baja.
Pero para los defensores de la supremacía de los
blancos, la bandera de los Estados Confederados representa una realidad
alternativa preferible, en la que el Sur ganó la Guerra Civil y la esclavitud
nunca fue abolida. El debate sobre el verdadero significado de esta bandera se
encendió cuando Dylann Roof fue arrestado en relación con los asesinatos de la
iglesia de Charleston, Carolina del Sur, en los que nueve afroestadounidenses fueron
muertos a tiros durante una sesión de estudios bíblicos. Roof, autoproclamado defensor
de la supremacía blanca, creó un manifiesto racista que incluía fotografías de
sí mismo sujetando la bandera de los Estados Confederados, posando frente a un
museo Confederado y visitando un cementerio de la misma clase.
Los legisladores se precipitaron a debatir si la
bandera debía ser retirada de las astas de las cámaras legislativas de los
Estados, y muchas empresas retiraron dichas banderas de sus estantes. Incluso
las repeticiones del programa Los Dukes de Hazzard, en que el automóvil
conducido por los personajes principales estaba estampado con una bandera confederada,
fueron retiradas de la programación de TV Land debido a la controversia.
Durante todo ese tiempo, los coleccionistas de objetos confederados se retorcían.
Los expertos calculan que actualmente hay sólo
entre 20 y 50 auténticas banderas de batalla de los Estados Confederados en el
mercado de los coleccionistas privados. Estas banderas, también llamadas
banderas rebeldes y, coloquialmente, banderas Confederadas, están marcadas con
una “X” grande de color azul y adornadas con estrellas blancas.
Aunque en la actualidad esta bandera se
relaciona principalmente con la Confederación, sólo fue la bandera usada
durante el combate. Fue rechazada como la bandera oficial de los Estados
Confederados de América, que usó otras cuatro banderas, todas ellas,
variaciones de la bandera estadounidense. No obstante, esa bandera de lucha es
un icono perdurable de la Confederación.
La mayoría de esas banderas fueron destruidas
por los soldados de la Unión luego de las batallas ganadas por el Norte. Otras
fueron entregadas al Congreso de Estados Unidos y llegaron hasta el museo de la
Confederación en Richmond, Virginia. Las banderas que quedaron terminaron en subastas,
aunque se cree que algunas de ellas están en poder de las familias de los
soldados que las llevaron a casa después de la guerra.
Fotos: El valor de banderas de los Estados Confederados
La bandera de batalla personal del general
confederado J.E.B. Stuart fue vendida por 956,000 dólares.
Presentación con diapositivas
La infrecuencia suele ser algo bueno
para los coleccionistas, pero los expertos en objetos de interés dicen que el
mercado de las banderas de los Estados Confederados está “debilitándose”,
una manera educada de decir que las ventas están cayendo en picada. Y eso no
puede achacarse a la reciente controversia. En 2007, una bandera de los Estados
Confederados en condiciones moderadamente buenas se vendía en 77,000 dólares en
Heritage Auctions en Dallas. Una bandera similar se vendió en tan sólo 50,000 dólares
en 2010. “Si se hubiera vendido en la misma subasta en 2007, también
habría estado en el intervalo de precios de 77,000 dólares”, señala Marsha
Dixey, directora de consignaciones de la casa de subastas. Heritage, fundada en 1976, tiene ingresos por más de 900
millones de dólares al año y da trabajo a cientos de expertos en objetos de
interés. También es la empresa de subastas de objetos coleccionables más grande
del mundo, y a eso se debe que tantos objetos de interés de la Guerra Civil
terminen allí.
Existen muchos factores que contribuyen al
cambio el mercado, y el más evidente es la contracción de la actividad
económica de 2008. Sin embargo, la generación que típicamente coleccionaba objetos
de interés de la Guerra Civil en general, y banderas de los Estados
Confederados en particular, también está extinguiéndose sin ser reemplazada por
una generación de coleccionistas más jóvenes. “Una persona de 40 años no
está tan interesada como una persona más vieja que recuerda a su abuelo
hablándole de la guerra”, explica Dixey.
Los coleccionistas también dicen que la cultura
está cambiando. “Tiene mucho que ver con el cambio político, especialmente
con lo que ocurrió recientemente en Charleston. Eso afectará las ventas de
banderas”, señala Michael Collins, Director Ejecutivo de la Sociedad de Preservación
de Antigüedades de la Guerra Civil. “Esa
bandera nunca debió haber ondeado sobre la cámara legislativa de los Estados.
Es una bandera de batalla, y envía el mensaje de que quien la muestra, está en contra
de la Unión.”
Collins afirma que el contragolpe contra las
banderas antiguas de los Estados Confederados ha cambiado las políticas de
casas de subastas. Algunas empresas suelen especificar lo que pueden comerciar
y lo que no: artículos de marfil y productos del saqueo están entre los
artículos comunes que las casas de subasta se niegan a vender de acuerdo con su
política de responsabilidad social. Sotheby’s y Christie’s, las casas de
subasta más grandes y más venerables del mundo, pocas veces comercian banderas
de los Estados Confederados. “Quieren dejar claro que no coinciden con las
filosofías relacionadas con la bandera puesta a la venta”, dice Collins.
Ahora que las casas de subastas más grandes se
han retirado voluntariamente del juego, dos casas, Heritage y James D. Julia
Incorporated, ubicada en Fairfield, Maine, se han establecido como las casas
líderes del mercado de la Guerra Civil. Heritage comercia tantos objetos de
interés confederados que un cambio en su política de ventas respecto a las banderas
podría alterar radicalmente el mercado. Collins dice que si se niega a comerciarlas,
“ello haría que el precio [de los objetos de interés] aumentara, porque
habrá un lugar muy limitado para comprar y vender esos artículos.”
James D. Julia vende sólo alrededor de 3,000
artículos al año, pero entre ellos están algunos de los objetos coleccionables
más raros del mundo. En una subasta que se planea realizar en octubre incluirá
la única bandera de la que se sabe que fue portada por soldados y marinos
confederados durante la Guerra Civil. John Sexton, uno de los principales expertos
en objetos confederados de interés de todo Estados Unidos, calcula que incluso
en el mercado debilitado, esta bandera podría ser vendida hasta en 250,000
dólares. “El mercado nunca puede dañar realmente a los objetos singulares
y deseables, incluso si existe una falta del interés y de demanda”,
explica.
“Las banderas de los Estados Confederados
todavía son trozos de historia”, dice Sexton. “Es una lástima que
algún tonto racista haya usado una bandera de utilería fabricada en serie para
perpetrar su violencia. Pero esa bandera
sigue siendo una parte grandiosa y representativa de la historia estadounidense
que resultó estar del lado de los perdedores.”
Al preguntársele si prohibiría comerciar la
bandera en sus subastas, James D. Julia, propietario de la casa de subastas, dijo
que no lo haría, así como no ha prohibido los objetos de interés nazis. “Yo
comercio artículos históricos, no símbolos”, explica Julia. “Las
personas que compran estas cosas son instituciones, museos, coleccionistas muy
importantes. No están reinventando el Sur antes de la Guerra Civil. Comprendo
por qué algunas empresas no los comercian, debido a que ello es políticamente
incorrecto. Pero si hiciéramos esto con las reliquias de cada generación que
pasó antes de nosotros, no tendríamos historia. No sabríamos nada.”