Ciudad Juárez.-José está listo el domingo
por la noche. Se prepara para pisar el acelerador y vencer a su
contrincante en turno. Ahí, enfilado para bajar por la calle Magneto,
espera su turno nervioso, vigilado por las más de 150 miradas de niños y
adultos que forman la valla a los costados de los corredores.
Cuando
por fin llega el momento de emparejarse en la línea de salida con el
vehículo retador, una patrulla de Tránsito se le cierra y de la unidad
baja una oficial. Le pregunta: “¿Ibas a correr?”. “Sí”, le contesta
José.
Sin explicaciones de por medio, la agente se lleva a José y
su carro a la Dirección General de Tránsito para imponerle una multa
“por andar corriendo en vía pública”.
La calle Magneto, ubicada en
el parque industrial Gema, ha servido como pista para que se realicen
arrancones de manera “sistemática” o grupal.
Cada domingo, a
partir de las 9 de la noche, comienzan a llegar autos modificados a
estacionarse en las orillas de la calle que se encuentra a un costado de
la fábrica de dulces Blueberry.
Una vez ahí, no falta quién se
anime para comenzar la primera carrera de la noche. Se forma una fila de
autos, que bloquea la vialidad, y comienzan a correr uno tras otro.
El
Diario observó durante cuatro domingos el movimiento de las personas
que corren arrancones en esa zona. En la primera ocasión, las carreras
se llevaron a cabo, a pesar de que a 800 metros se encontraba una unidad
de Policía Municipal, mientras que los últimos tres domingos, fueron
interrumpidos por oficiales de policía y tránsito.
Isabel, una
adolescente de 14 años que vive en la colonia Luis Olague, ha
presenciado en muchas ocasiones los arrancones que se hacen a 5 minutos
de su casa. Mencionó, sorprendida, al ver que la interrupción de los
oficiales persistió ese domingo: “La semana pasada Tránsito estaba
parado ahí, hasta pasó la Policía y no les dijeron nada”.
Según
José, de 18 años, que ha corrido más de 20 carreras clandestinas y
legales, la vez en que lo detuvieron, “para lo que iban ellos (agentes)
es porque nos reportaron un carro robado; puros chismes que se hacen”.
Dice
que normalmente corren en paz, porque pasan una gorra para juntar el
dinero que le darán a los oficiales de Tránsito o policías. “Hay veces
que se llevan 500 ó 600 varos, porque cada uno da sus 10 pesos por
persona; si llega a ir un tránsito nos arreglamos con Tránsito, o los
que sean”.
Isabel y José tienen conocimiento de que antes de que
la calle Magneto fuera una de las pistas favoritas de los corredores de
carreras clandestinas, El Chamizal era su lugar predilecto.
Sin
embargo, tuvieron que migrar de ahí luego de que la Dirección de
Tránsito, en colaboración con Obras Públicas, decidiera poner boyas para
evitar las carreras que se realizaban ahí.
Óscar Acosta, director
de Tránsito, expone lo difícil que es controlar este tipo de carreras,
porque normalmente se presentan en un descuido del agente o cuando ven
sola una calle.
Con respecto a otros lugares donde se realizan
carreras de manera “sistemática”, es decir en un lugar definido como las
que se realizaban en El Chamizal, dice que aún no tienen registrados
otros sitios: “nosotros requerimos la denuncia de los vecinos, de la
denuncia de la gente cerca de los negocios para que ellos nos digan y
nosotros vamos y cubrimos”.
Los corredores migraron de las
carreras de “Electrolux” y El Chamizal; ahora se concentran en las de la
“Blueberry” (calle Magneto) y las de “la Lucero” (por las ventas de
segundas de la calle Lucero).
José comenta que aquel día que lo
detuvieron no se dio cuenta del momento preciso en que llegaron los
tránsitos; falló a su filosofía (“si alcanzas a pelarte, pues pélate”) y
obtuvo una multa “por andar corriendo en vía pública”.