“Cualquiera hubiera calificado.” “Le dejaron la mesa puesta y así cualquiera lo hace.” “De haber dejado al Chepo o a Vucetich, ellos también lo hubieran conseguido.”
Este tipo de frases se escucharon una y otra vez luego de que Miguel Herrera, al frente de la Selección Nacional, consiguió el boleto para el Mundial de Brasil 2014. Incluso algunos sectores de la prensa deportiva de México, sin manifestarlo abiertamente, coincidían de alguna forma con tales aseveraciones.
Sin embargo, el hombre que es mejor conocido como el Piojo, el 20 de noviembre de 2013 evitó una “tragedia” —además de muchos despidos— a la Federación Mexicana de Fútbol: ese día el Tri derrotó a su similar de Nueva Zelanda en la ronda de repechaje que calificó al equipo verde a la Copa del Mundo de Brasil, con lo cual se evitó una pérdida de alrededor de 600 millones de dólares —derechos de televisión y contratos publicitarios, entre otros— según estimaron analistas financieros y expertos en mercadotecnia deportiva.
Quizá sea cierto que José Manuel de la Torre o Víctor Manuel Vucetich hubiesen calificado al Tri de todas formas, principalmente por la pobreza futbolística de la selección neozelandesa, pero lo cierto es que la situación era crítica y no había margen de error. Y quien operó la salvación fue Herrera.
El Piojo estuvo en el momento preciso y en la circunstancia adecuada, y de eso no puede culpársele.
El resto es una historia conocida por todos: con sólo seis meses de trabajo, Herrera armó un equipo competitivo que en tierras brasileñas dejó un agridulce sabor de boca: llegó a tener en un “puño” a la Selección de Holanda, pero dejó escapar la victoria en los últimos minutos.
Ha pasado un año y medio desde que Miguel Herrera tomó las riendas de la Selección Nacional y, de entonces hasta hoy, la vida le ha cambiado por completo.
“Ha sido muy grato disfrutar este año y cachito que llevo con la selección. Ha sido muy bueno y lo he disfrutado porque son momentos en que uno se cuestiona: ‘Es que hay presión por estar al frente de la Selección’. Pero no, para nada, al contrario, hay que disfrutarlo porque trabajé muy fuerte para estar aquí y tenía tanta ilusión de llegar a la selección como para decir ahora que estoy sufriendo y que me está costando trabajo”, asegura Herrera, de cuarenta y siete años, quien sin duda está viviendo el mejor momento de su vida deportiva.
La entrevista entre Miguel Herrera y Newsweek en Español tiene lugar en el CAR (Centro de Alto Rendimiento), en el sur de la Ciudad de México, en plena concentración del equipo de cara a la Copa América que tendrá lugar durante el mes de junio en Chile.
“Lo estoy disfrutando al máximo, la gente ha sido muy cariñosa conmigo, y aunque los resultados han sido buenos, me hubiera gustado calificarlos de excelentes, y eso significaba haber llegado al quinto partido; es más, me hubiera gustado jugar siete partidos en el mundial. Ahora estamos muy contentos y formando un grupo sólido rumbo a 2018.”
—Pero ¿te ha cambiado para bien?
—Sí, para mucho bien. La verdad es que lo hemos disfrutado mucho, tanto mi familia como yo, ha sido un año y medio de trabajo arduo en todos los aspectos, dentro y fuera de la cancha. También ha sido algo raro, ya que la gente de la Federación Mexicana de Fútbol me pide que esté en los promocionales, pues los patrocinadores lo piden. Antes sólo pedían al jugador, el técnico no entraba. Pero bueno, a mí me gusta.
Debutante como entrenador en el año 2002 con el Atlante, el equipo de sus amores, el oriundo de Cuautepec, Hidalgo, dice añorar esa parte: “Extraño trabajar todos los días como yo quisiera y como lo hacía antes. Trabajar en la cancha es lo que realmente me gusta hacer, pero bueno, en la selección el trabajo es observar, analizar, definir listados y después trabajar. Estamos hablando de que tendré diez días antes de empezar el torneo y yo quisiera trabajar todos los días con los muchachos, verles la cara, saber cómo viven”.
—¿Cuáles dirías que han sido tu última gran tristeza y tu último gran fracaso?
—Mi última gran tristeza fue la muerte de mi abuela, que ya tiene muchos años, como dieciséis o diecisiete, y todavía me duele mucho. Y fracaso… el no haber podido salvar al Veracruz del descenso. Quizá no fue una buena decisión tomarlo en esa situación, ya que fue un momento de una gran crisis del equipo.
—¿Y lo de la selección en Brasil no lo fue?
—No lo considero fracaso porque después de lo que venía pasando con la selección, me parece que se hizo un buen torneo… Bueno, a secas. Fracaso habría sido no pasar de la fase de grupos, porque ahí sí nos hubiéramos quedado lejos de lo hecho en los últimos mundiales. Hoy somos el cuerpo técnico que mejor papel ha hecho (en un mundial) fuera de México. Somos el décimo lugar, aunque creo que nos debieron ubicar en novena posición, pero así lo determinó la FIFA, en fin… Vamos a trabajar para que nos vaya mejor en los torneos que vienen.
“Yo no quiero ser populista”
No es un secreto que Miguel mantiene una muy buena relación con la prensa, le cae bien al aficionado y, además de ser carismático, es un tipo de sangre muy ligera que habla de todo y no evade preguntas. A unos días de que en México se realicen elecciones intermedias, es inevitable hablar de ello.
—Con el carisma que tienes, Miguel, ¿te interesaría en un futuro participar en política?
—No, en lo absoluto. Yo no quiero ser populista; yo no estoy preparado para ser político. Yo terminé mis estudios de preparatoria y empecé mis estudios superiores, pero los trunqué por ser futbolista; después me recibí como técnico, porque hoy en día recibirte de técnico implica una carrera de dos años y por eso creo que uno no está preparado para administrar un cargo público. Yo estoy preparado para ganar un partido… en la cancha, para saber qué hay que decirle a los jugadores, pero no me pidan un presupuesto, pues no lo sé hacer. No me siento con la capacidad de estar a ese nivel y, además, no quiero caer en el populismo.
—¿Confías en los políticos?
—Yo creo que hoy en día debes ser apartidista, pero tienes que estar también informado, más allá de que si toda la vida fuiste del PRI, del PAN o del PRD. Ahora hay más partidos políticos que partidos de fútbol en un fin de semana, y eso es algo ilógico: si a cada partido político le costara invertir su propio dinero, estoy seguro de que no habría tantos.
“En Estados Unidos hay sólo dos, pero ellos consiguen sus recursos, en México debería ocurrir algo similar, o elevar la cantidad de votos para poder registrar o mantener un partido, así las cosas cambiarían y, además, si eleváramos el nivel de estudio de los políticos sería mucho mejor y dejarían de ser populistas. Tendríamos políticos más preparados y sin gente detrás que no sabe manejar el presupuesto ni tomar decisiones.
“Hay que votar el 7 de junio, hay que investigar bien a nuestro candidato para que el día de mañana, si no cumple sus propuestas, podamos reclamárselo en la cara. Ahora bien, un presidente, un diputado, un delegado, no va a llegar de la noche a la mañana a cambiar un país que lleva muchos años haciendo las cosas mal. Sí hemos ido evolucionando, cada día México se convierte en un país donde se puede disfrutar de la vida, pero también está el otro lado de la moneda: ha crecido el narcotráfico, el terrorismo, salir de tu casa y encontrarte con que secuestraron a alguien y vivir con esa incertidumbre —no sólo en el DF, sino en toda la república mexicana—. Pero nosotros tenemos el poder de erradicar eso.”
—¿Cuándo fue la última vez que te sentiste seguro?
—Mira, la verdad es que hoy puedo decir que México, el DF, se ha convertido en un lugar ciertamente seguro, no pasa de que en una esquina asalten a alguien. Antes estaba peor, antes era vivir con una gran incertidumbre de que si te asaltaban, te secuestraban, si te ibas a encontrar en una balacera, ahora no es tan común, pero se cae en esa aparente facilidad debido a la gran pobreza que existe, pero que, pese a ello, no justifico.
—Muchas veces los cargos de elección popular se buscan para atraer fama y dinero. Cuauhtémoc Blanco tiene eso de sobra, ¿qué piensas de que esté buscando la alcaldía de Cuernavaca?
—Te repito, a mí no me gustaría porque no me siento capaz. Él quiere, tiene la fama y el cariño del pueblo y ojalá logre su objetivo. Cuauhtémoc es un hombre que siempre ha pensado bien sus cosas; ojalá tenga la capacidad para hacerlo y gobernar de la mejor forma, porque si logra la presidencia municipal le tendrá que dar la cara a la gente y ojalá todo termine como siempre, con un Cuauhtémoc querido si es que hizo bien las cosas, porque si no, de nada servirán su fama y el cariño que la gente tiene hacia el gran futbolista que fue.
“Ojalá le vaya bien, es un tipo carismático, echado para adelante y que tiene ganas de ayudar a nuestro país. No dudo que lo hace por eso y ojalá tenga la capacidad porque, insisto, no se necesita a un tipo popular ahí sentado, se necesita a un gobernante preparado y que sepa resolver los problemas que tenemos.”
—¿Tu última deuda económica y moral?
—Afortunadamente no le debo a nadie. Pago mis tarjetas a tiempo, todas las propiedades que tengo están pagadas al cien por ciento y en el aspecto moral no creo tener, según yo, ninguna deuda, gracias a Dios. Tengo treinta y un años casado con mi esposa; en agosto mi hija mayor, de veinticuatro años, me va a hacer abuelo de un varoncito, y estoy feliz porque siempre he estado rodeado de mujeres y por fin va a nacer otro hombre.
“Un logro de todos”
—Carlos Vela ha sido quizás el mejor jugador de México en los últimos tiempos, pero no quiso vestir la camiseta nacional estando en su mejor momento y nunca respondió al llamado de los últimos técnicos del Tri, incluyéndote a ti. ¿Qué fue lo que sucedió y por qué cambió de opinión después del mundial? ¿Qué le dijiste?
—Te juro que no hubo una gran plática, es decir, me senté a platicar con él espontáneamente, ya que venía de un proceso en el que se negó muchas veces, al final él es quien tenía que decidir y él fue quien me habló. Un día se comunicó conmigo y me dijo: “Estoy muy contento, quiero ir y estoy listo”. Y al final se está sumando al grupo, pero el convencimiento vino de él y sí, ha sido un gran logro, pero un logro de todos, no sólo mío. Hoy tiene ganas, calidad de sobra y qué bueno que está con nosotros.
—Los técnicos son testarudos por naturaleza. La última vez que te saliste con la tuya fue llevando a Andrés Guardado al mundial, pese a las críticas de la prensa y los aficionados, pues Guardado había tenido un pésimo año con muy poca actividad.
—Pues sí, podría ser. Él fue un tipo muy criticado que hizo un gran mundial y eso le ayudó a llegar a un equipo en el que al fin lo valoraron (el PSV Eindhoven). Hoy, gracias a una tremenda temporada, fue calificado como el mejor jugador de la Liga en Holanda y es un referente para la selección. Y se lo merece, porque también el chavo la ha sufrido y le han tocado momentos muy buenos y muy malos.
—¿Cuáles han sido el último gran jugador mexicano y el último gran extranjero que has tenido o visto?
—El último gran jugador mexicano sin duda es Rafael Márquez; me parece que Rafa alcanzó los logros de Hugo Sánchez y no sé si incluso los haya rebasado, ya que él sí ganó la Champions (con el Barcelona) y Hugo no pudo, aunque fue un tremendo goleador… son posiciones diferentes, pero para mí es Rafa. Y extranjero yo creo que Rubens Sambueza y Chucho Benítez, para mí, unos jugadorazos. A Rubens ya lo conocía y por eso lo llevé al América y terminó metiéndose en el corazón de los aficionados.
—¿El último equipo y selección, quitando a México, que te haya atrapado?
—América, sin duda alguna. Lo que sucedió con América lo llevo dentro y siempre estará en mi cabeza; tengo la ilusión de algún día regresar a ese club porque es un equipo importante que me dio muchas cosas. Quiero mucho al Atlante, mi corazón es atlantista, pero, sin duda alguna, mis éxitos con América han sido muy buenos. Y de selecciones, la de Alemania del mundial del 2014, fue impresionante, un equipo que jugaba como maquinita, siempre defendiendo su propuesta y su estilo.
—¿Tu último gran acierto táctico?
—Yo creo que ante Croacia (en el Mundial de Brasil 2014) porque fue completo en todos los aspectos. Tácticamente yo creo que pasamos por encima de Croacia, ya que, ante Holanda, prácticamente sesenta y cinco minutos fuimos superiores. Después les regalamos la iniciativa porque no la merecían.
—¿Cómo te gustaría que te recordara la gente?
—Futbolísticamente, con logros trascendentes, y me encantaría que me recordaran como el primer técnico que le dio a México una Copa del Mundo o, por lo menos, como el primer técnico que llegó a una final de un mundial.
—¿No estás siendo muy soñador?
—No, al contrario, porque sueño muchísimo y de tantos sueños que he tenido afortunadamente la mayoría se han hecho realidad: los aterrizo y voy con firmeza por ellos. Un día me dije que tenía que dirigir un equipo importante para llegar a la selección y se me dio. Cuando empecé a dirigir, nadie creía que iba a poder estar al frente de un equipo grande y lo hice (con Monterrey). Después nadie creía que podía ser campeón, y lo logré con América. Nadie creía entonces que podía llegar a la selección, y mi idea siempre fue ser técnico de la selección, y ya lo soy… Entonces, ¿por qué no pensar que puedo ser campeón del mundo? Quiero que los muchachos sean campeones del mundo para que con ese éxito de ellos me arrastren a mí.
El tiempo será el encargado de probar qué tan lejos pueden llegar los “sueños” de Miguel Herrera.