Cuando sonó su celular, Javier no se imaginaba la importancia del mensaje. Se estaba preparando para ir a andar en bicicleta por el Bosque de la Primavera y Whatsapp podía esperar. Cuando por fin abrió los mensajes que tenía se dio cuenta de que la ciudad estaba en alerta máxima: narcobloqueos, casetas tomadas, autos incendiados, enfrentamientos, mantas con advertencias y un ataque en contra de un helicóptero del Ejército —el primero en ser derribado por criminales en la historia de la lucha contra la delincuencia organizada—. Jalisco estaba en “Código Rojo”.
“La gente se empezó a enterar por Whatsapp, empezaron a circular fotografías de los primeros camiones o carros quemados en la mañana”, cuenta Javier, un joven estudiante de la Universidad de Guadalajara.
La Operación Jalisco comenzó el pasado 1 de mayo a las nueve de la mañana, pero no salió como se esperaba. El supuesto objetivo era detener a Nemesio Oseguera, el Mencho, y desarticular al grupo criminal CJNG, del que es el líder actual. Pero el operativo falló.
Hace mucho tiempo que los ciudadanos han dejado de hacer cosas por miedo a perder la vida.
“Esto lleva así varios meses, esta no es la primera vez que se siente calor en el estado. Desde hace mucho no hay nada que hacer en las noches en el pueblo, ya nunca sabes lo que puede pasar, es mejor estar adentro y salir sólo cuando es de día”, comparte el dueño de un pequeño hotel en el municipio y pueblo de Huejuquilla el Alto, en el norte del estado de Jalisco, y que prefirió omitir su nombre.
El miedo se extiende más allá de las zonas conurbadas. Policías municipales de Huejuquilla el Alto advierten que “las carreteras en las noches se ponen muy mal, ya nadie anda por ahí, ni nosotros, todo está muy peligroso”.
Los narcobloqueos del pasado Día del Trabajo comenzaron a las nueve de la mañana y de ahí se extendió una ola de violencia que alcanzó municipios de estados colindantes como Colima y Michoacán.
Los ciudadanos jaliscienses llevan meses en estado de alerta, meses viviendo entre el miedo y la inseguridad. Javier explica que para él lo más extraño “es que hace unas tres semanas aparecieron nueve mantas por toda la ciudad, las mantas estaban firmadas por el CJNG y en ellas se podía leer: “Defenderemos a Jalisco y a otros estados, aunque tengamos que derramar sangre de los nuestros”. Y muestra en su celular una fotografía de las mantas tomada por él mismo.
Ya nadie confía en nadie. El dueño del hotel de Huejuquilla el Alto ya ha perdido confianza hasta en las autoridades. “Aquí sólo puedes confiar en la policía municipal, y eso es en algunos casos, pero con los federales nada, a esos si les tengo miedo”, dice.
Rodrigo, un joven tapatío de treinta años, cuenta que el 5 de mayo hubo una balacera en el centro comercial Pabellón, que está a cinco minutos de su casa. “Es una zona bien tranquila, pero viven muchos narcos por aquí cerca. La verdad es que eso de las balaceras da más miedo que los narcobloqueos.”
Y sí. Ya nadie confía en nadie. El miedo se ha apoderado del lugar.