Matthew DeHart se despertó atemorizado, desorientado y atado a
una camilla en la parte trasera de una ambulancia. Era poco después de la
medianoche del 7 de agosto de 2010. Su corazón latía rápidamente y él temblaba.
¿Qué le había pasado? ¿Adónde iba? Su teléfono, sus llaves y su billetera ya no
estaban en sus bolsillos, y estaba rodeado por desconocidos, los paramédicos
que habían llegado en la ambulancia. Y guardias de una cárcel en Maine.
DeHart fue llevado a una sala de emergencias en Bangor, donde
un médico tomó estas notas: “Hombre blanco de 26 años presentado en custodia
por oficiales del Penal del Condado de Penobscot… El paciente tiene quejas
múltiples e incoherentes… Intranquilo y nervioso, bastante tembloroso y con
taquicardia. Informa [que está encarcelado] porque el Departamento de Seguridad
Interior lo acusa a él y a varios de sus socios de espionaje… Presenta
hipomanía durante el examen… Parece ser paranoico y alucinatorio con la idea de
que el FBI lo vigila.”
Tras hacer una evaluación completa, los médicos de la sala de
emergencias llegaron a la conclusión de que DeHart había sufrido un episodio
psicótico agudo “más compatible con la psicosis inducida por drogas, como la
que se presenta de manera secundaria al uso de anfetaminas, cocaína u otros
estimulantes.” Pero DeHart negó haber tomado drogas voluntariamente, y había
estado bajo la custodia de los oficiales de aplicación de la ley durante 16
horas antes de ser llevado al hospital. No importaba. La sala de emergencias
atendió a DeHart durante cuatro horas y luego lo entregó a los guardias, que lo
llevaron de vuelta a la cárcel.
Las divagaciones aparentemente psicóticas de DeHart en aquella
sala de emergencias no eran alucinatorias. Estaba siendo interrogado por el
FBI, y esos terribles interrogatorios continuaron durante casi una semana. No
se le permitió hacer una llamada telefónica hasta el 12 de agosto, seis días
después de que el FBI lo atrapó. “Básicamente, balbuceaba mientras hablaba por
teléfono”, testificó Paul, su padre, más tarde en el tribunal. “Me resultaba
evidente que había sido drogado de una forma u otra.”
Matt DeHart afirma que fue torturado durante casi una semana
por agentes del FBI que persiguen a Anonymous, el grupo de hactivistas, y a
WikiLeaks, el sitio de divulgación de información clasificada. Afirma que le
colocaron por la fuerza un dispositivo intravenoso con drogas, y después lo
obligaron a ingerir pastillas como condición para darle agua para beber. (Dice
que descubrió más tarde que las pastillas eran clorpromazina, un popular
antipsicótico.) Los registros desclasificados del FBI verifican que DeHart fue
interrogado sobre su relación con el grupo de hacktivistas y sobre su operación
de un servidor en línea que alguien, quizás WikiLeaks, usó para transmitir
documentos secretos. La agencia niega que haya sido obligado a tomar las drogas
que produjeron su episodio psicótico.
Mientras estuvo encerrado en aquella cárcel de Maine, DeHart
también estuvo bajo acusación. Pero no por espionaje o delitos informáticos, o
ninguna de las cosas por las que fue investigado por el FBI durante esos seis
días de “interrogatorio mejorado”. En lugar de ello, fue acusado de solicitar y
transportar pornografía infantil.
Este era otro giro cruel y surrealista para DeHart y sus
padres. Las pruebas citadas en el cargo de pornografía infantil tenían dos años
de antigüedad, señalan, y DeHart no había estado escondiéndose; entonces, ¿por
qué el FBI había esperado tanto tiempo para arrestarlo? Durante ese tiempo,
DeHart incluso había solicitado y recibido un nuevo pasaporte.
El abogado de DeHart, Tor Ekeland, cree saber qué juego están
jugando los federales con su cliente. “Con el cargo de pornografía infantil,
normalmente lo arrestarían ahora mismo, porque es algo terrible”, dice. “[Sin
embargo] él no fue arrestado por pornografía infantil; sino que fue señalado
por una alerta de espionaje. Entonces, no lo ponen frente a un juez federal, lo
cual suele ocurrir en un plazo de cinco horas… Lo siguiente que supimos fue que
lo llevaron a la sala de emergencias en una ambulancia.”
Ekeland, que ha estado trabajando este caso desde el verano de
2014, es un neoyorkino frenético y larguirucho de ascendencia noruega que puede
hablar tan rápido como un subastador y se especializa en la defensa de personas
acusadas de delitos informáticos. Ha presentado varias solicitudes ante el FBI
para obtener grabaciones de video o transcripciones obtenidas durante el
interrogatorio de DeHart. Dichas solicitudes han sido denegadas. El FBI también
denegó la solicitud de Newsweek de proporcionar documentos o hacer comentarios
adicionales sobre este caso. Los federales no han dicho por qué DeHart les
interesa, su abogado está seguro de saber por qué tratan de enterrarlo en una
prisión federal durante 80 años. Piensa que vio algo que no debía haber visto,
algo que avergonzaría al FBI y a la CIA, y que expone una seria ruptura entre
ambos organismos en relación con uno de los crímenes más sensacionales y
controvertidos de la guerra contra el terrorismo después del 9/11.
TRAS LOS SOPLONES
DeHart podría parecer paranoico mientras narra este relato de
hostigamiento y persecución legal, pero varios jugadores muy importantes del
mundo de la filtración de información se están uniendo en su defensa, aunque
ignoran cuál es el oscuro secreto que tiene en una unidad de memoria cifrada
que ha escondido en algún lugar.
Jesselyn Radack era una abogada del Departamento de Justicia
que se convirtió en delatora durante el primer periodo de George W. Bush en la
Casa Blanca. En 2002, envió documentos a Michael Isikoff, ex colaborador de
Newsweek, revelando violaciones éticas durante el interrogatorio de John Walker
Lindh, el llamado Talibán estadounidense, por parte del FBI. Actualmente,
representa a los delatores del gobierno estadounidense, entre ellos, Edward
Snowden. “No represento a DeHart. Pero me reuní con [su abogado] para hablar de
[su caso], y empecé a investigar. Pensé, ¡vaya!, este es realmente un caso al
que las personas deberían prestar atención”, dice. “Parece un caso tan poco
común, pero muchas de las cosas que al final se convirtieron en casos relacionados
con la Ley de Espionaje parecen muy extrañas cuando se escuchan por primera
vez. Ciertamente, este caso parece tener antecedentes relacionados con futuros
cargos en relación con la Ley de Espionaje, que ha sido una de las armas
favoritas del gobierno para perseguir a los delatores.
“Definitivamente, el asunto de la seguridad nacional es el
verdadero tema aquí”, dice. “Han tratado de usar los cargos de pornografía
infantil contra otros de mis clientes, quienes han sido delatores acusados y
condenados finalmente de acuerdo con la Ley de Espionaje.” Las acusaciones de
pornografía infantil, explica, “hacen que un acusado se vuelva radiactivo; es
una manera rápida de aislarlo de todo el mundo. Nadie desea acercarse a su
caso.”
¿DeHart es un delator? Cuando le pregunto acerca de eso, se
muestra cauteloso a través de la pésima conexión de su teléfono en la cárcel y
responde, “delator potencial.”
CUALQUIER JUSTIFICACIÓN PARA INVESTIGAR
Ningún antecedente de DeHart indica que es un peligro para la
seguridad. De hecho, sus dos padres fueron miembros del ejército
estadounidense: Paul era capitán de la Fuerza Aérea y trabajó después en la
Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés), y Leann DeHart
era una lingüista que analizaba informes de inteligencia de señales para el
ejército. Matt se enroló en el ejército cuando tenía 22 años, y se convirtió en
analista de inteligencia de cualquier fuente para la Guardia Nacional en la
base de la Fuerza Aérea en Terre Haute, Indiana. Uno de sus trabajos consistía
en analizar las escenas captadas por los pilotos de aviones no tripulados en su
base. DeHart ya era, desde entonces, un soldado en línea: un gnomo mágico que
realizaba incursiones contra enemigos fantásticos. Los juegos en línea siempre
habían parecido ayudarlo con su trastorno por déficit de atención e
hiperactividad, conocido como TDAH, y dirigía un numeroso gremio de World of
Warcraft. Quizás debido al interés de su familia en el trabajo de inteligencia,
su gremio de WoW animó a sus miembros a utilizar una buena seguridad operativa
(opsec en inglés) para conectarse al juego. Enseñó a sus compañeros de equipo
cómo entrar al juego y realizar sus pagos sin revelar sus direcciones IP, y
cómo chatear sin riesgos en redes privadas virtuales. “Teníamos una gran
seguridad”, me dice.
DeHart reclutaba miembros para el gremio en 4chan, el famoso
tablero de imágenes donde nació Anonymous. Pronto se relacionó también con
Anonymous, enseñando opsec a algunos de sus nuevos miembros.
En junio de 2009, apenas un año después de enrolarse y poco
después de recibir acceso a “secretos de Estado”, DeHart fue dado de baja del
Ejército con honores. “Una vez que obtuvo su acreditación, la unidad mencionó
la depresión como una razón para proponer su baja”, afirma su padre aunque,
señala, a Matt se le había “permitido enrolarse aunque sus reclutadores sabían
que padecía depresión y THDA, con una exención por parte de su médico. Pero el
ejército estadounidense tiene una cifra alarmantemente alta de suicidios todos
los años, particularmente entre los miembros de las unidades de aviones no
tripulados. Podemos sospechar que quizás al personal médico de su unidad le
preocupaba que su depresión pudiera ser más que sólo esporádica. Más vale
prevenir que lamentar.”
Sin embargo, DeHart piensa que el ejército estaba alarmado por
su trabajo extracurricular con Anonymous y lo quería fuera.
Después de su baja, el interés de DeHart en proteger el
anonimato en línea creció. Ayudó a administrar un servidor web denominado Shell
(caparazón) con miembros de su gremio de WoW. Shell era lo que se conoce como
un “servicio oculto en Tor”, una dirección web especial a la que sólo se puede
acceder a través de la red anónima Tor.
En septiembre, mientras vigilaba el servidor, DeHart encontró
una carpeta no encriptada que contenía cientos de documentos, entre ellos, uno
en el que se detallaba lo que, aparentemente, era una investigación del FBI
respecto a algunos actos particularmente turbios realizados por la CIA. Sólo
alguien con una contraseña de acceso a Shell podía haber cargado este archivo,
así que supo de inmediato que provenía de alguien conectado con su gremio de
WoW, su grupo de Anonymous o su unidad militar. Eliminó del servidor la carpeta
no encriptada, pero guardó capturas de pantalla. Más tarde, vio una carpeta
encriptada con el mismo nombre y del mismo tamaño en el servidor. No la tocó.
Piensa que esta carpeta encriptada estaba dirigida a WikiLeaks, pero no tiene
ninguna forma de demostrarlo.
Es casi imposible trazar la ruta que sigue cualquier archivo
para llegar a WikiLeaks, y la organización nunca comenta nada acerca del origen
de las cosas que publica. Pero los chats de DeHart con otros jugadores acerca
del propósito de Shell son claros: el sitio no sólo era para compartir archivos.
“Queríamos revelar los secretos del gobierno estadounidense y mostrar lo que
ocurre realmente en nuestra sociedad”, declaró hace algunos meses a la revista
alemana Der Spiegel.
Podría ser una coincidencia, pero después de que ese archivo de
documentos clasificados se abrió paso a través de Shell, DeHart afirma que uno
de sus amigos recibió una visita poco amigable del FBI. Ese amigo dio aviso a
DeHart, quien cerró Shell y destruyó sus discos duros con un alicate el 22 de
enero de 2010.
Tres días después, DeHart, que vivía con sus padres, se
encontraba solo en casa, jugando un juego de guerra en línea cuando escuchó que
alguien llamaba a la puerta. Cuando abrió, una docena de oficiales de policía
entraron en tropel. Le presentaron una orden judicial para buscar pruebas de
posesión de pornografía infantil. Durante la ejecución de la orden judicial, la
policía tomó todo que pudo encontrar donde pudiera almacenar datos digitales:
computadoras, teléfonos celulares, incluso su Xbox y sus controladores. Matt
dice que los cargos de pornografía son totalmente infundados. Piensa que el FBI
sólo quería una excusa para tomar y registrar sus equipos electrónicos después
del cierre de Shell. Sus abogados señalan que, aunque el FBI ha conservado
todos estos equipos electrónicos durante años, él nunca ha sido acusado de
posesión de pornografía infantil sino sólo de solicitarla y transportarla.
El caso completo de la fiscalía contra DeHart aún no es
público, y Lynne Ingram, la abogada del Departamento de Justicia asignada a él,
no está dispuesta a revelar ningún detalle sobre la versión del gobierno acerca
de estos hechos o de los testigos de apoyo antes de que el juicio comience.
Pero en la acusación, presentada a fines de 2014, se señala que algún día
“entre mayo 2008 y diciembre 2008, en el Distrito Central de Tennessee y en
otras partes, el acusado, a sabiendas e intencionadamente, empleo, utilizó,
persuadió, indujo, atrajo y coaccionóa un niño menor de 18 años… a participar
en una conducta sexual explícita con el propósito de producir cualquier
representación visual de dicha conducta, cuya representación visual fue
transportada y transmitida utilizando cualquier medio o instalación de comercio
interestatal.”
En otras palabras, los federales dicen que DeHart hizo que un
menor filmara un video de sí mismo masturbándose. La acusación no dice por qué
DeHart hizo esto, ni alega que alguna vez tuvo posesión de dicho video. La
acusación original se basa en la declaración jurada de un detective de la
policía que entrevistó al niño.
LE JUGARON UNA BROMA PESADA AL TROLL
Durante una de nuestras conversaciones telefónicas desde la
cárcel, DeHart explicó cómo piensa que los federales volvieron contra él a ese
niño y esa historia. En 2008, DeHart echó de su gremio de WoW a un adolescente
que vivía en Franklin, Tennessee, por fastidiar a DeHart y por “trollearlo” a
él y con otros miembros. Un acólito del gremio, que también era un adolescente
y también vivía en Franklin, castigó al troll fuera de línea y envolvió con
papel higiénico la casa del chico, lo cual es una broma pesada popular entre
los adolescentes de Estados Unidos. Esto enfureció a la madre del troll, quien
llamó a la policía. DeHart piensa que el chico debió haber dicho algo sobre el
gremio en línea porque la policía realizó una búsqueda en su computadora. En la
computadora y el teléfono celular del chico encontraron la pornografía infantil
en cuestión, la selfie donde él se masturbaba, así como una selfie similar de
una adolescente haciendo lo mismo. Sin embargo, estos ejemplos incriminatorios
de pornografía se encontraron únicamente en los dispositivos del chico. De
acuerdo con la historia narrada por éste, según lo asentó el detective Brett
Kniss en una declaración jurada, DeHart supuestamente fingió ser una mujer, le
envió el video de una chica como prueba y le pidió videos explícitos.
Pero DeHart no sabía nada acerca de esta historia mientras
estaba sentado sobre sus manos, observando cómo la policía registraba la casa
de sus padres, buscando discos duros y unidades de memoria. En lugar de ello,
ese día pensaba sólo en el archivo no encriptado que había visto en Shell. El
que había copiado. Ahora se sentía atemorizado y acosado, y cuando sus padres
volvieron a casa, Matt les contó sobre sus actividades con Anonymous y Tor. No
les dijo nada sobre ese archivo, que había guardado en unidades de memoria USB
escondidas en el estuche del arma de su padre, que estaba bajo llave.
Los padres de DeHart nunca creyeron que él estuviera
involucrado en algún caso de pornografía infantil. Piensan que esta convicción
fue confirmada por el hecho de que, meses después de la búsqueda exhaustiva en
su casa, aún no hubiera sido acusado de ningún crimen. Pero estaban de acuerdo
con DeHart en que los federales le seguían el rastro, por lo que decidieron que
el mejor plan era ayudarlo a empezar una nueva vida. En un nuevo país. En
agosto de 2010, llevaron a su hijo a Charlottetown, en la isla Príncipe
Eduardo, y lo instalaron con un nuevo mobiliario en un departamento de una sola
habitación de dónde podía ir caminando hasta la escuela donde estudiaría
soldadura. Era un plan radical, pero los tres se sintieron aliviados de que
DeHart pudiera finalmente seguir adelante, lejos de las garras del FBI.
Justo antes de que la escuela empezara, DeHart tuvo que cruzar
la frontera de Maine para activar su visa de estudiante canadiense. Era una
contrariedad menor, un pequeño viaje de ida y vuelta, y no planeaba estar en
Estados Unidos por más de una hora. En lugar de ello, estuvo allí durante una
semana.
Había que hacer un largo recorrido en autobús desde
Charlottetown hasta el pueblo fronterizo de St. Andrews, Nueva Brunswick, por
lo que DeHart se alojó en un motel durante la noche antes de cruzar a Estados
Unidos. La mañana siguiente tomó un taxi alegremente a la frontera de Calais,
Maine, y presentó su pasaporte. El escaneo del pasaporte fue lo que provocó una
alarma de espionaje del FBI. Fue detenido, interrogado y terminó en aquella
sala de emergencia, balbuceando ante un médico sobre torturas y maquinaciones
del FBI.
Cuando el FBI terminó de interrogarlo, fue trasladado de una
instalación federal a otra durante semanas hasta que, finalmente, fue arrojado
en la cárcel más cercana al pueblo donde vivía quien lo acusaba de pornografía
infantil: la Penitenciaría Regional del Condado de Warren en Bowling Green,
Kentucky, para esperar su juicio.
Estuvo en esa cárcel por 20 meses mientras ambas partes
presentaban mociones de aplazamiento en el tribunal. En dos ocasiones, se
establecieron fechas para un juicio, pero ambas fueron canceladas
posteriormente, y durante todas estas maquinaciones, el fiscal del Departamento
de Justicia siempre presionó para mantener detenido a DeHart. Los tres jueces
que rechazaron liberarlo bajo fianza siempre mencionaron la gravedad de los
cargos. En mayo de 2012, sin una fecha para el juicio, finalmente fue liberado
bajo fianza por la jueza federal Aleta Trauger, que fue la primera magistrada a
quien se le permitió ver los informes secretos del FBI acerca de su
interrogatorio de 2010. Trauger dijo en un tribunal con audiencias públicas que
las pruebas presentadas por la fiscalía no eran “tan firmes” como había
pensado, y comprendió por qué DeHart pensaba que el caso de pornografía era un
truco para cubrir la investigación sobre seguridad nacional. Mencionó que el
detective Kniss no podía probar que DeHart era la persona que había solicitado
los videos íntimos, y a pesar de que Kniss afirmaba que DeHart se había reunido
con la víctima en persona, esta última no pudo reconocer a DeHart de entre una
línea de sospechosos.
En abril de 2013, profundamente preocupados por la salud mental
de su hijo y hartos de luchar contra los cargos que consideran inventados, los
DeHart condujeron 23 horas desde Indiana hasta un lejano cruce en la frontera
con Canadá, en International Falls, Minnesota. Con Paul al volante de su
furgoneta Chevy azul, los DeHart condujeron hasta la ventanilla canadiense y
presentaron dos pasaportes, el de Paul y el de Leann, así como la partida de
nacimiento y la licencia de conducir de Matt. Paul informó al agente canadiense
de servicios fronterizos que estaban huyendo de Estados Unidos y que buscaba
asilo según la Convención contra la Tortura de NU.
Se les dio una cita para volver el día siguiente, y se alojaron
en un hotel del lado canadiense de la frontera. Cuando regresaron a la Oficina
de Servicios Fronterizos de Canadá, Matt DeHart fue detenido. Asistió a
audiencias de detención mensuales y al final fue liberado bajo fianza, pero
tuvo que seguir asistiendo a las audiencias mensuales durante el curso de la
investigación respecto a su solicitud de asilo. Mientras la Junta de Refugiados
consideraba la solicitud de la familia, a DeHart se le aplicaron algunas de las
condiciones de fianza más severas que un solicitante de inmigración haya
recibido en toda la historia de Canadá, entre ellas, tener que llevar un
brazalete de rastreo GPS. En abril de 2014, durante el fin de semana de Pascua,
el arrendador de la familia les pidió que se mudaran para poder arrendar el
sitio a estudiantes. Aunque lograron mudarse a otro departamento del mismo
edificio, el hecho de haberse mudado sin notificar antes al tribunal infringió
las condiciones de fianza de DeHart, y fue enviado al área de detención de
inmigración para esperar que la Junta de Refugiados emitiera un fallo sobre su
petición de asilo. Finalmente, en febrero de 2015, la Junta publicó una
decisión legal de 40 páginas negándole el asilo.
Fue deportado el 1 de marzo y enviado directamente desde
aquella prisión canadiense a la custodia del FBI. Actualmente está de nuevo en
la cárcel del condado de Warren, aun esperando juicio, que de acuerdo con sus
abogados, probablemente iniciará en septiembre.
“Es kafkiano; ni siquiera puedo describirlo”, me dijo en
nuestra última conversación antes de ser deportado. “Sólo quiero que termine…
Es una pesadilla sin fin.”
Ahora, un tribunal federal de Tennessee deberá decidir si los
cargos de pornografía infantil son sólo un truco para ocultar la investigación
de seguridad nacional del FBI. El 2 de abril, DeHart se declaró no culpable en
los cuatro cargos de la acusación, incluyendo el de salir del estado estando
bajo fianza. El 11 de mayo, hizo su primera aparición en la corte desde que
huyó de Estados Unidos en 2013.
La Internet se ha convertido en un factor clave para su
defensa. Mientras DeHart estaba en Canadá, Ekeland se presentaba con
regularidad en programas de radio en línea de Anonymous para hablar del caso y
mantener informadas a las redes de activistas en línea acerca de los avances en
su caso. Y la Courage Foundation, una organización sin fines de lucro
establecida para apoyar a los delatores, tomó a DeHart como beneficiario
después de que fue deportado, y actualmente dirige su sitio web y su fondo de
defensa. Personajes como Radack, Thomas Drake, delator de la NSA y Julian
Assange también han expresado su apoyo a los DeHart en sus esfuerzos para
averiguar qué fue lo que pasó con su hijo y por qué todavía está en la cárcel.
“La atención hace una diferencia enorme”, dice Ekeland. “Antes,
nadie lo sabía.”
CARTAS CON ÁNTRAX
Exactamente un mes después de que Canadá hubo deportado a
DeHart, sus padres también salieron de ese país. Eligieron salir el Día de los
Inocentes “por razones simbólicas.” Conduje de Toronto a la frontera de
Buffalo, Nueva York para reunirme con ellos justo antes de que volvieran a
entrar a Estados Unidos.
A las 8 a.m. nos reunimos para desayunar en un restaurante del
lado canadiense. Con su marido junto a ella, Leann DeHart me dijo que su hijo
le había mostrado finalmente esa carpeta de documentos en 2013, para
convencerla de que debían pedir asilo en Canadá. Quería que ella comprendiera
el tipo de problema en el que estaba. Mientras Leann hablaba, había mucha
tensión en nuestro cubículo. Todos habíamos apagado nuestros teléfonos
celulares, y yo exploraba el comedor en busca de personas que pudieran estar
escuchándonos. Leann dice que vio los que parecían ser muchos documentos
secretos. Uno de ellos se componía de notas de campo que, supuestamente,
pertenecían a una investigación del FBI de cartas con ántrax que fueron
enviadas a distintas salas de redacción y a dos senadores demócratas poco
después de los ataques del 9/11. Estas cartas mataron a cinco personas e
hicieron enfermar a otras 17, y dominaron los titulares por meses. Ella está
convencida de que esas notas muestran que el FBI investigó si la CIA había
tratado de incriminar a los jihadistas por el ataque de ántrax y que la Casa
Blanca anuló esa parte de la investigación.
Los DeHart dicen que ya no tienen ninguna copia de este
archivo. Una copia fue confiscada por la policía canadiense cuando DeHart la
envió para apoyar su caso de asilo, y nunca fue devuelta. Nadie puede decir
donde se encuentra ahora ese archivo. El Organismo Canadiense de Servicios
Fronterizos sólo ha dicho que las “pertenencias” de DeHart fueron entregadas a
los organismos de ejecución de la ley de Estados Unidos cuando fue deportado.
DeHart dijo a algunos miembros de la prensa canadiense que envió por correo
otro archivo de Shell a un contacto en el Reino Unido para su custodia pocos
días después de la incursión en la casa de sus padres.
Paul, sentado junto a su esposa en el cubículo, me dijo que
nunca vio el archivo, pero que les cree a su esposa y a su hijo.
Después del desayuno, ofrecí conducir al otro lado de la
frontera con los DeHart para que tuvieran un testigo en caso de ser arrestados,
y aceptaron. Quitaron los imanes que decían “Liberen a DeHart” de las puertas
de su maltratada furgoneta azul, luego subieron al vehículo y partieron. Los
seguí en mi Kia blanco. Unos cuantos minutos después, viajamos en caravana más
allá de la tienda canadiense de artículos libres de impuestos y formamos fila
en la ventanilla para entrar a Estados Unidos.
Cuando se encendió la luz verde para que su maltratada
furgoneta azul pudiera avanzar poco a poco hacia la puerta, cinco o seis
agentes armados convergieron de distintas direcciones frente a su vehículo. Los
agentes se pararon frente al vehículo de los DeHart mientras examinaban
nuevamente sus papeles. Yo estaba tensa, lista para bajar de un salto de mi
automóvil, pero no fueron detenidos. Sin embargo, yo sí lo fui.
“¿Cuál es su propósito para entrar en Estados Unidos?”, dijo el
hombre en la ventanilla.
“Soy reportera”, le dije, “Escribo sobre la pareja a la que
acaba de dejar pasar, los DeHart.” Me dijo que me estacionara a la derecha y
que entrara en un edificio para el control de pasaportes. Se me ordenó que
dejara todos los dispositivos de grabación en mi automóvil y entregara mis
llaves. Mientras miraba, ellos hurgaban en cada bolsa y compartimento del
automóvil. Cuarenta y cinco minutos después, fui liberada. He cruzado la
frontera entre Estados Unidos y Canadá al menos 100 veces en los últimos 20
años, y esa fue la primera vez en que mi automóvil fue registrado. Sé que eso
parece paranoico. ¿O tal vez hasta un poco loco?
Bethany Horne vive actualmente en Berlín y está escribiendo un
libro sobre la influencia de la cultura hacker alemana sobre el moderno
mantenimiento de la paz por medios informáticos.