“Ya estamos aki. Somos la jente del Mencho. Cartel Nueva Jenerasion (sic)”. Así reza un cartel pegado en el vientre de un cuerpo tirado en la cuneta de una carretera. La imagen forma parte del álbum de fotos de un grupo de Facebook del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), considerado por algunos expertos como la “mutación perfecta” entre el cártel de los Zetas de antaño y el de Sinaloa.
Los campos de agave a lo largo de Jalisco son azulados, como si fueran vistos a través de un filtro de Instagram. Esa imagen apacible se vio opacada el pasado viernes 1 de mayo por una serie de ataques perpetrados por el CJNG: bloquearon treinta y nueve accesos a veinticinco municipios de Jalisco con vehículos en llamas, derribaron un helicóptero militar, incendiaron entidades bancarias, comercios y gasolineras.
Los narcobloqueos e incendios que cercaron la capital jalisciense continuaron el día siguiente en Puerto Vallarta, así como en los estados de Guanajuato y Colima, entidades federativas que, junto a Jalisco, forman parte de la zona de influencia de este grupo delictivo.
El que el CJNG haya derribado un helicóptero militar Cougar en la zona costera de Villa Purificación, en el que viajaban dieciocho personas (once militares, dos agentes de la Policía Federal mexicana y cinco elementos de tripulación), evidenció la indudable capacidad armamentística de este grupo criminal. Este ataque dejó un saldo preliminar de diecinueve heridos y quince muertos: seis militares, ocho miembros de la delincuencia organizada y un miembro de la Fiscalía de Jalisco.
Tres días después, el comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido García, confirmó la muerte de tres soldados que permanecían desaparecidos, así como la detención de diez personas relacionadas con los ataques. Más aún: admitió que “es la primera vez que tiran un helicóptero de este tipo” y que la aeronave fue derribada con un lanzacohetes RPG de fabricación rusa, diseñada para destruir tanques, algo “en otra dimensión” de violencia.
Este ataque sin precedente se consideró la respuesta que el crimen organizado dio a la Operación Jalisco, a cargo de las fuerzas federales. El operativo que encabeza el general Miguel Gustavo González Cruz se aboca a minar la fuerza operativa y financiera del cártel liderado por el Mencho,que ha sido catalogado por especialistas como el más peligroso del actual sexenio.
Activan “Código Rojo”
Tras la gravedad de lo ocurrido en un atípico Día del Trabajo, el gobierno federal activó el “Código Rojo”: la alerta máxima para reaccionar ante los treinta y nueve narcobloqueos que tuvieron lugar en distintas carreteras circundantes a Jalisco.
El presidente Enrique Peña Nieto, poco dado a pronunciarse sobre el narco, escribió en su cuenta de Twitter: “El grupo delincuencial responsable de los hechos de hoy será desarticulado, como las demás organizaciones del crimen organizado”. De este modo Jalisco fue ubicado como un punto prioritario de su estrategia de seguridad al tiempo que pasó a formar parte de la lista de otros estados de alto riesgo como Guerrero, Tamaulipas y Michoacán.
Dicha estrategia parece estar fallando, de acuerdo con David Martínez-Amador, experto en temas de narcotráfico y crimen organizado, “ya que es evidente que no está dando resultados, véase Tamaulipas y otros estados”. Piensa que no hay una verdadera estrategia porque no hay salida, ya que la guerra contra el narco se planteó sin una estrategia para ello. “Si esto fuera un conflicto tradicional —considera— sólo quedaría el repliegue para lograr reducir la violencia”. Los acontecimientos de Jalisco ponen en jaque, otra vez, al gobierno priista y a sus fuerzas de seguridad.
El operativo planeado para lograr la captura de Nemesio Oseguera Cervantes, alias elMencho, actual líder del CJNG, pretendía mermar la fuerza de este grupo del crimen organizado que, de acuerdo con las autoridades, controla el trasiego de drogas en Jalisco, Colima y Guanajuato.
De acuerdo con fuentes oficiales, la mañana del 1 de mayo, en pleno día festivo, varios helicópteros sobrevolaban la ruta Casimiro Castillo-Villa Purificación en el marco de la Operación Jalisco cuando localizaron en la carretera un convoy de vehículos con hombres armados. Fue entonces que el helicóptero Cougar, matrícula 1009, recibió un impacto en el rotor de cola y cayó a tierra.
El comisionado Monte Rubido confirmó después que los sicarios habían utilizado un lanzacohetes lo que, según él, “demuestra la capacidad de fuego de este grupo”.
Lo de Jalisco no sólo revela esta gran capacidad de armamento sino también, en opinión de Eduardo Guerrero, experto en seguridad de Lantia Consultores, “una gran capacitación de organización, planeación e inteligencia, cohesionada con recursos ofensivos no convencionales del crimen organizado”. Destaca que en un mismo día se hayan perpetrado ataques a las fuerzas federales y estatales en respuesta al operativo (Jalisco), los cuales “incluyeron el uso de armamento de primera generación”. Ello supuso el derribo con precisión paramilitar del helicóptero del Ejército mexicano.
El Cougar postrado
Derribar un helicóptero de la Sedena no es una tarea sencilla. Estas aeronaves suponen ser unas fortalezas voladoras, equipadas con alta tecnología para operaciones antidroga, blindaje especializado y asistencia para el pilotaje. No obstante, Martínez-Amador cree que esto deja al descubierto dos incisos. Por un lado, los errores tácticos y de inteligencia del gobierno federal. Por otro, el auge y poderío del CJNG. “Dentro de muy poco saldrá un narcocorrido contando la hazaña del helicóptero que fue derribado, alimentando así el ego de los miembros del grupo”, dice en la entrevista conNewsweek en Español.
Jorge Medellín, periodista mexicano especializado en temas militares y de seguridad, también centra su análisis en el derribo del helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana. Este demostraría que existe una escalada en las formas de violencia, en la capacidad operativa y en los posibles objetivos de esta organización criminal.
“El uso de armas de alto poder, como fusiles Barret o Browning calibre .50 ha sido común en todos los cárteles que llegan a desarrollar presencia regional fuerte, que se expanden y consolidan a partir del ejercicio de la violencia”, comenta. Por lo que “derribar una aeronave militar implica una escalada inédita, inusual y más compleja, porque obliga al gobierno a revisar, una vez más, las fallas o las severas limitaciones en sus políticas de control de armas de fuego, si es que existe alguna”.
Una de las diferencias entre este tipo de aeronave y el famoso Black Hawk del ejército estadounidense es que este último podía usarse como plataforma de apoyo al ser artillado y como transporte y rescate de tropas en el frente. El Cougar de Jalisco no era artillado. No podía defenderse.
Respecto a las armas utilizadas por miembros del CJNG, Medellín explica que su presencia es posible por las rutas de tráfico en el norte y sur del país y, sobre todo, “por la estrategia fallida o cuanto menos incompleta e ineficaz para contener o controlar su trasiego proveniente del extranjero (municiones incluidas), con lo que queda claro que las políticas de coordinación y las estrategias de contención y prevención binacionales en torno a este fenómeno son un fracaso”.
El especialista se pregunta algo que inquieta a muchos: cuál será el nivel y el tipo de respuesta del gobierno ante hechos solo vistos antes en zonas de conflicto bélico declarado.
Origen del CJNG
Se ha hecho público en días recientes que el Cártel Jalisco Nueva Generación se conforma por escisiones en otros grupos criminales. Surge en reacción a la presencia mayoritaria que el cártel de Los Zetas comienza a desplegar en la zona de Michoacán y Jalisco. Una organización que se conforma en un inicio como unos orgullosos “Matazetas” y que, supuestamente, patrocina el cártel de Sinaloa.
Su antecedente inmediato se encuentra en el grupo de los hermanos Valencia, que operaba en la costa de Michoacán y parte de Oaxaca y que fue el primero en producir metanfetaminas (cristal), plato fuerte del CJNG, aunque no se excluye su incursión en el de la heroína y la cocaína.
En entrevista telefónica, Alejandro Hope, director de Seguridad del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco), relata su origen: “Este cártel es un desprendimiento del cártel de Los Valencia o del Milenio, que operaba en la década de 1990, así como de la estructura de Ignacio Nacho Coronel, uno de los principales capos del cártel de Sinaloa (abatido en 2010). Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho,fue expulsado de Michoacán en 2004, cuando controlaba el estado la Familia Michoacana. El CJNG como tal se hace visible en 2010 como una sucursal del cártel de Sinaloa y, desde entonces, ha ido ganando autonomía hasta cobrar mayor auge”.
Todo apunta a que el grupo buscará apoderarse de las plazas de Jalisco y del puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán por el debilitamiento de Los Caballeros Templarios. “Esto con el fin de tener conexión con Sinaloa para el trasiego de metanfetaminas, cuya producción es muy fácil, ya que basta con contar con una cocina y no con un laboratorio sofisticado”, apunta Hope.
El también experto en seguridad, Eduardo Guerrero, subraya que “lo extraordinario de este grupo es que en cinco años se ha expandido y vuelto muy próspero, ya que aprovechó el declive de los grandes cárteles”. Él está convencido de que después de lo acontecido en Jalisco, este será desarticulado.
Entre los Zetas y el cártel de Sinaloa
David Martínez-Amador, por su parte, cree que Cártel Jalisco Nueva Generación es “como el virus del sida, tan efectivo que parece diseñado”. Lo considera el grupo criminal más poderoso del país. “El sustituto de los cárteles de los sexenios panistas”.
Y es que, en los últimos seis meses, el CJNG ha asesinado a por lo menos treinta personas vinculadas con el gobierno estatal de Jalisco y con los gobiernos municipales de Guadalajara y la zona conurbada.
En la hemeroteca periodística queda registrado cuando, en 2011, abandonaron los cuerpos de treinta y cinco personas frente a un centro comercial de la zona turística de Boca del Río, Veracruz; además de la difusión de videos en los que anunciaban que acabarían con Los Zetas. Adquirieron así gran notoriedad pública y mediática.
En este punto es donde el experto en narcotráfico encuentra un vínculo entre el CJNG y Los Zetas. “Los Zetas fueron los que construyeron la violencia mediática: decapitar y fragmentar, entrando así a las plazas. Y eso, precisamente eso, marcó la era Zeta.”
Otra noticia en los archivos de prensa recuerda cuando Los Zetas rociaron de gasolina el interior del Casino Royale de Monterrey provocando un incendio que se saldó con sesenta y un personas muertas en el año 2011.
Martínez-Amador los recuerda disciplinados, tácticos, capaces de generar un efecto expansivo de violencia. “Lo mismo que se vio en Jalisco”, dice, “la diferencia con ellos es que Los Zetas eran demasiado violentos, lo que fue ocasionando su declive”.
Por otra parte, analiza el experto, “el cártel de Sinaloa construye redes de complicidad, liga funcionarios, teje redes, hace limpieza social. En eso, los sinaloenses han sido maestros. El CJNG hace lo mismo que los sinaloenses. Así que se puede decir que es una mezcla entre la brutalidad mediática zeta y la capacidad de corromper y comprar autoridades del cártel de Sinaloa. Eso lo haría el cártel perfecto. La mutación perfecta”.
Más allá de esta teoría, todos los expertos coinciden en que la solución nunca pasaría por acabar con el mercado de la droga, demasiado poderoso. “Un mundo sin drogas es una utopía —asegura Alejandro Hope—. El objetivo no es eliminarlo, sino marginarlo.”
Jorge Medellín apunta también en esa dirección: “En el actual contexto se impone la reestructuración o quizá la refundación de las instancias de justicia, la revisión del marco jurídico en el que se da el combate a las drogas, la atención a la problemática social y de salud detrás del narcotráfico y discutir la legalización de algunas drogas como la mariguana”.
Tal vez así se pueda empezar a reconstruir el tejido social dañado por el narcotráfico, porque, concluye Medellín, “el daño causado por el narcotráfico es inimaginable. No veo un solo país o gobierno interesado en permitir que semejante fenómeno se adueñe de su destino”