Todos estamos familiarizados con los elementos más ligeros de la tabla periódica: los gases nobles y los metales de transición como el hierro y el cobre.
Sin embargo, la verdadera diversión se encuentra abajo, entre los elementos pesados con nombres extraños (¿einsteinio?) y radiactividad peligrosa. El comportamiento, la función e incluso la apariencia de muchos de estos metales pesados son un misterio total. Algunos se descomponen tan rápidamente (una fracción de segundo) que es sorprendente que sepamos que existen.
Uno de estos metales pesados, el californio, un elemento radioactivo sintetizado por primera vez por científicos nucleares durante la Guerra Fría en la Universidad de California, en Berkeley, ha sido usado hasta la fecha principalmente como un componente de los detectores de metales. Pero Thomas Albrecht-Schmitt, un investigador de la Universidad Estatal de Florida, ha descubierto nuevas propiedades del californio que algún día podrían ayudar a Estados Unidos a almacenar y reciclar su combustible nuclear gastado. Sus experimentos muestran que es posible enlazar al californio con otros elementos, hacer que emita un brillo de color verde como la kriptonita e, incluso, tal vez juguetear con su magnetismo. Pero lo más importante es que los científicos podrían utilizarlo para extraer componentes reutilizables del combustible nuclear usado, separándolos como “el aceite que flota por encima del agua”, afirma.
A diferencia de Europa, Rusia y Japón, donde el uranio gastado es procesado y reciclado, las noventa y nueve centrales nucleares de Estados Unidos “usan solo una fracción muy pequeña de la energía disponible en el combustible, y luego lo desechan y lo entierran”, señala Kenneth E. Gregorich, del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley. Esto se debe en parte a que el uranio fresco sigue siendo relativamente barato, mientras que el almacenamiento del material radiactivo es peligroso y caro. Como señala Albrecht -Schmitt, “¿qué ocurriría si un desastre natural o deliberado se presenta en un depósito de combustible usado?”
Algún día Estados Unidos podría unirse a otros países para reciclar el combustible nuclear, con lo que disminuiría la cantidad que se almacena y reduciría en 30 por ciento la necesidad de uranio extraído recientemente. Si esto ocurre con el californio, los científicos deberán convencer a la industria de la energía de que los beneficios del reciclaje superan el precio inicial: los 5 miligramos que Albrecht-Schmitt usó para su investigación costaron 1.4 millones de dólares.