Martha Ortiz Chapa creció rodeada de libros, cuentos y comida. Hija de grandes intelectuales —la pintora Martha Chapa y el doctor Federico Ortiz—, ha madurado mezclando su talento lírico con su pasión por la cocina. “Me gusta inventar historias, y con ellas sabores de cuento que se van a convertir después en recetas; cuando concibo un platillo, creo sabores de cuentos mexicanos”, cuenta Martha en su restaurante Dulce Patria, ubicado en la colonia Polanco de la ciudad de México.
Además de manejar su restaurante, Martha hoy escribe dos libros. Uno lo realiza en coautoría con la escritora Laura Esquivel: El secreto de los labios, la caricia del maíz. Ahí cuenta historias de su vida y aprendizajes que se acompañan de fotografías. El otro lo describe como “mi máximo proyecto”. Se trata de María va, recetas para mujeres con grandeza. En este libro la chef se encuentra “verdaderamente volcada… yo sufro con María, creo en María, creo que María es fuerte porque es mexicana, es intensa, inteligente, sensual, ella carga con mucho y eso la hace feliz”.
Ortiz Chapa trabaja además en un nuevo menú que llamará “tantas alegrías” en honor al amaranto. Se estrena en mayo próximo “como tributo a nuestras madres, a nuestras suegras y a todo lo amoroso que puede haber”.
Platicamos con la chef que en estos días se encuentra en planeaciones de la campaña “octubre rosa”, en la que dará clases de cocina para “unir a más voluntades femeninas e invitarlas a vivir el lema ‘Juntas somos mas fuertes’”.
—¿Quién fue el último chef que te sorprendió?
—Hace poco invité a dos chefs tabasqueños a trabajar conmigo en un menú que se llama “el rugido del jaguar”, y me sorprendí de ellos. Son Gaby Ruiz y Froylán Torres. Ella es una mujer lírica; así como yo invento las historias de María, ella las de Carmela; yo las de maíz y ella las de cacao, entonces María y Carmela ya son amigas, aunque María está un poco más cascada.
—¿Últimamente ha habido alguna receta que no te gustó?
—¿Mía? Ayer no me gustó una receta de un helado de durazno, creo que hay que ponerle azafrán o algo que la haga más interesante.
—¿Cuál sería el último ingrediente que usarías en un platillo?
—¿De todo el mundo? La pasta hojaldrada, no me gusta para cocinar. Me encanta porque me parece algo muy francés, pero no me comería nada con pasta hojaldrada, prefiero un tamal que un hojaldre, y eso que me gustan las campechanas.
—¿Has probado algo nuevo en los últimos días?
—Hoy probé algo interesante: me invitaron a comer al Cesa y era completamente nuevo. Me dieron una ensalada de hierbas mexicanas con una vinagreta muy espesa de huitlacoche, muy interesante.
—¿La última aventura en la que te embarcaste?
—Hoy que fui a dar una conferencia a estudiantes. Motivarlos, decirles que el prestigio antecede al éxito y que no hay éxito duradero sin prestigio duradero.
—¿Has luchado por algo hasta lo último de tu ser?
—Hoy. Todos los días lucho con todo mi ser por ser una mejor persona.
—¿Cuándo fue la última vez que pensaste en dejarlo todo y descansar?
—Ayer por la noche, mientras lavaba y planchaba. Yo vivo con mucha intensidad y no me da miedo, a veces yo me doy miedo, nos da miedo no superarnos, caer en lo mismo, nos da miedo no ser amables.
—¿Alguna vez has dicho “últimamente soy idéntica a mi madre”?
—Hace como cinco días que estaba hablando con ella y la oía hablar. Lo bueno es que me cae bien mi madre. Honro a mi madre porque… si no honramos nuestro origen —para cuestionarlo, mejorarlo o amarlo— no podemos ser mejores personas.
—Por último, ¿cuándo te sentiste orgullosa de ser mexicana?
—Hoy en la mañana. A diario me siento orgullosa de ser mexicana y tengo una frase, que Denisse (Dresser) toma prestada para empezar sus discursos: “Me gusta ser mexicana”. No solo me siento orgullosa, sino que me gusta.