Poesía, heroicidad, honestidad… palabras que se han ido extraviando en las letras de la música. En un mundo de estribillos y rimas producidas de forma industrial, para generar ganancias y olvido casi inmediato, tales conceptos tienden a desvanecerse.
Pareciera que el camino está perfectamente delimitado pero, por fortuna, uno sigue encontrando gente que se compromete con la música. Que sigue invitando a realizar vuelos poéticos.
Es el caso del cantautor español Ismael Serrano, quien considera que “el modelo de sociedad en el que vivimos impone que todo sea tratado como objeto de consumo de usar y tirar, que se pierda la mirada a largo plazo, la capacidad crítica y de hacer análisis en profundidad”.
Quizá por ello en su juventud lo atraparon la música y letras de Joan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez. Frente a la tendencia en la industria de la música, que busca acostumbrar sobre qué oír, que hace que las propuestas de los cantautores no sean las más visibles, Serrano considera que aún hay gente “que es capaz de apostar por otra forma de entender la vida y de entender la sociedad… a esa gente es a la que yo le canto”.
No todo aterriza en la sensibilidad de su rima y prosa. También hay un afán de explorar y darle a su público algo que transpire realidad, que lleve a mover el cuerpo.
Ello queda patente con La llamada,su producción más reciente. Surge a partir de la necesidad de no acercarse a las canciones desde la melodía o la armonía, sino de abordarla desde ritmos tradicionales latinoamericanos como la bachata, el son y el candombe.
“Partir desde otro lugar da un cierto carácter de celebración. A veces pecamos de excesiva solemnidad, de la cual me despojo para ir a la raíz de la canción popular sin dejar de perder el compromiso de mi música con la poesía y toda su sustancia social.”
Charlamos con el madrileño que se presentará el 30 de mayo en el Teatro Metropolitan de la ciudad de México.
—¿Cuál fue tu último momento de conexión frente al público?
—Yo le canto a lo que me emociona, cantar es una forma de exorcizar los miedos, de expresar emociones que de otra forma es imposible. Y no solamente me emocionan mis historias de amor y desamor, mis vivencias sentimentales, también me interesa hablar de la visión de un mundo desigual, la noticia de un periódico, la realidad convulsa y efervescente de lo que nos toca vivir.
—Lo último que ocurre en España ¿qué te genera?
—En España estamos viviendo una crisis cuyos efectos devastadores están por todas partes, no puedes mirar a otro lado sin que te encuentres restos de naufragio, es imposible no cantarle a eso. Me afecta lo emocional como yo creo a la mayor parte de los seres humanos, y todo esto me lleva a componer y cantarle a todas estas cosas.
—En tu compromiso con la música, ¿cuál sería tu última aspiración?
—El deber y la obligación de todo música es tener esa capacidad de permeabilidad, de poder salir de tu pequeño universo. Esto sin duda es uno de los grandes riesgos que corres conforme avanza tu carrera, ya que te vas volviendo más hermético y puedes cerrarte en tu mundo, lo cual te aísla y te hace perder la conexión con el exterior, con el público y, peor aún, con la realidad.
—Qué nos dices de tu último video: “Rebelión en Hamelí”.
—Pretendía que fuera un collageen el que uno pudiera visualizar el estado anímico de todo aquel que quisiera participar. Hicimos una convocatoria en redes… quedé convencido de que los anhelos, las esperanzas y los sueños y las desgracias de los seres humanos son muy parecidos.
—¿El último “llamado” que haces a esta sociedad?
—Que se permitan descubrirse y que no se dejen sabotear por los demás, que busquen su camino y que se reivindiquen como seres humanos, porque al final es todo lo que tenemos en realidad.