La locación es extraña. No es la clase de lugar donde un turista promedio del mundo (en caso de que algo así exista) se sentiría cómodo durante una fresca mañana de mediados de enero de 2015. Y es que el remoto poblado de Daegwangri, en Corea del Sur, tiene una ubicación muy poco atractiva: sirve de frontera con la nación vecina —mas no hermana— Corea del Norte.
Pero la gente que se reunió aquella mañana de enero en Daegwangri, quería estar ahí y no en otra parte de Corea del Sur. Necesitaban, para lograr sus propósitos, su misión, posicionarse tan cerca de las tierras que lidera Kim Jong Un como les fuera posible… y lo lograron.
Como agua hirviendo dentro de una olla de presión, se calentaba y borboteaba la polémica del filme The Interview y, de igual manera, hervía la sangre de Jong Un y su repudio-odio-resentimiento-rencor hacia Occidente. Y en medio de este convulso panorama, un grupo de luchadores por los derechos humanos, perteneciente a la organización Human Rights Fundation, en compañía del también activista coreano Park Sang Hak, se desplegó a lo largo de la frontera, sin importar los insultos y reiteradas amenazas de muerte por parte del gobierno norcoreano, para lanzar globos que contenían panfletos informativos, radios, dispositivos de memoria con muchísima información —y claro, la controvertida película The Interview—, en lo que bien se convirtió en una bofetada internacional directa al rostro de Kim Jong Un, quien replicó anunciando que los que participaron en ese acto eran “escorias humanas” que “pagarían sus crímenes con sangre”.
Sin embargo, y a pesar de echarse al hombro un enemigo del calibre de Jong Un, este fue prácticamente otro día en la oficina, otro día normal de trabajo para el venezolano Thor Halvorssen Mendoza, presidente y fundador de la Human Rights Fundation, organización civil sin fines de lucro, con sede en la ciudad de Nueva York, que desde el año 2005 defiende la aplicación de los derechos humanos y las libertades de expresión y asociación a escala mundial, y quien respondió de la siguiente manera: “El régimen de Kim Jong Un sigue mostrando las características de narcisismo y psicopatía, amenazando de muerte a activistas y tratando de intimidar a la comunidad internacional”.
Para Halvorssen, esto de luchar por los derechos humanos es algo que debe realizarse de forma literal y en el campo de batalla, en directo y con mucha creatividad, más allá de ofrecer simples y fríos comunicados de prensa. Aunque muchos críticos pudieran pensar: derechos humanos, ¿hay necesidad de defenderlos?
Derechos que no poseen todos
Es muy fácil dar por sentado el tema. Más aun cuando la nación en la que se vive no tiene mayores problemas al respecto, pero en definitiva es una carga, un lamento, un abismo negro que azota a los pueblos donde estos derechos se ultrajan.
“La libertad siempre ha sido un bien muy escaso en el mundo, una excepción a la regla, y es por ello que es un bien tan valioso y demandado”, explica Thor Halvorssen Mendoza desde Nueva York, en exclusiva para Newsweek en Español.
“¿Qué significan estos derechos humanos? Los derechos humanos son el esquema, el croquis que sirve para guiar el Estado respecto de sus potestades y límites. Los derechos humanos implican que todos los seres humanos tienen derecho a autodeterminarse; a expresarse libremente; a profesar el culto de su elección; a asociarse; a la propiedad privada; a salir y entrar de su país en cualquier momento; a recibir un tratamiento igualitario y estar sujetos al debido proceso ante la ley; a participar de los asuntos públicos de su país; a no ser detenidos arbitrariamente o ser desterrados, exiliados; a no ser sometidos a esclavitud y tortura; a ser libres de toda interferencia y coacción en asuntos de conciencia; y a ser libres de despotismos y tiranías.”
Halvorssen Mendoza (Caracas, 1976) ha visto buena parte de su vida tras el gran angular de quien va contra las injusticias. “Creo que desde muy chico desarrollé una sensibilidad particular frente a la injusticia. Recuerdo haberme horrorizado cuando, siendo adolescente, leí sobre el apartheidsudafricano. En consecuencia, traté de acercarme al African National Congress, el partido de Nelson Mandela, para ofrecerme como voluntario. Analizándolo en retrospectiva, creo que mi ‘despertar’ ocurrió alrededor de esos años”. Empero, un golpe familiar terminaría de convertirlo en activista de los derechos humanos. Y es que en 1993 su padre, Thor Halvorssen Hellum, para entonces el zar antidrogas de Venezuela que mantenía la cacería a un grupo de banqueros que presuntamente lavaban el dinero de Pablo Escobar, fue enviado a la cárcel, implicado en un caso de “terrorismo financiero”, por la colocación de una serie de artefactos explosivos en la ciudad de Caracas.
“Mi padre fue detenido ilegalmente sin una orden de aprehensión y encerrado en una cárcel por varias semanas. Así que mi primera campaña fue exigir la liberación de mi padre a través de Amnistía Internacional y cuestionando su encarcelamiento arbitrario. La campaña concluyó de manera exitosa al ser revocada su detención y haberse confirmado su inocencia.”
Años después, luego de graduarse de la Universidad de Pensilvania, formó la organización FIRE (Foundation for Individual Rights in Education), que abogaba por el derecho a la libertad de expresión de estudiantes en las universidades públicas estadounidenses.
“Sin embargo, por el año 2005 la erosión gradual y sistemática de la democracia en mi país, Venezuela, me hizo reflexionar sobre cómo estaba utilizando mi tiempo, y sobre cómo podía dedicar mis energías a la causa de la libertad y los derechos humanos en mi país, en mi continente y, finalmente, a escala global. Por eso fundé Human Rights Foundation (HRF) bajo el auspicio moral de héroes defensores de derechos humanos, que resistieron pacíficamente y fueron presos de conciencia bajo dictaduras de todo signo, incluida la dictadura del Tercer Reich Nazi, como es el caso de Elie Wiesel, y los totalitarismos del bloque soviético, como es el caso de Vladimir Bukovski y Václav Havel.”
El planeta Tierra es un reino de miedo. Para algunas naciones —más de las que uno puede imaginar— el terrorismo se levanta el día menos esperado, como una amenaza invisible que estalla y destruye durante un día negro, lleno de odio. Muchos se ocultan bajo la sombra religiosa y los mandatos divinos. Y crece el reclutamiento para formar parte de estos grupos, que buscan seducir a jóvenes de todas las razas, edades y géneros. ¿Cómo se combate este mundo que aumenta en inseguridad? No es una tarea fácil para las agrupaciones que deben batallar contra la ira de chiflados que manejan sus países olvidando que hay reglas, universales, que se deben seguir y respetar.
“Nosotros en HRF también estamos utilizando las ideas para cambiar la narrativa en los lugares que más lo necesitan”, apunta Thor Halvorssen. “¿Cómo? Exponiendo casos como el de Mukhtar Mai y la violencia de género en Pakistán; peticionando ante organismos internacionales por el cierre de medios de comunicación en Kazajistán; apoyando a valientes disidentes y defensores de derechos humanos, como Suleiman Bakhit en Jordania, Maryam al-Khawaja en Bahréin, Ali Ferzat en Siria, Manal Al-Sharif en Arabia Saudita, Berta Soler y las Damas de Blanco en Cuba, o a Pussy Riot en Rusia.”
En nuestro continente vemos el reflejo de este espejo de violencia. Y un trágico ejemplo es el horror, que llegó a niveles extremos en México, con la desaparición de los estudiantes. Hecho repudiado por Halvorssen, “lo que sucedió en Iguala es aborrecible. Es también, en mi opinión, un lamentable ejemplo de los incentivos negativos y las consecuencias indeseadas que han generado las políticas públicas implementadas en la llamada ‘guerra contra las drogas’. Las organizaciones locales de derechos humanos tienen la enorme responsabilidad de denunciar estos hechos, a pesar del alto riesgo que esto implica, y exigir a las autoridades el esclarecimiento de los hechos y el castigo de los responsables”.
Hay patria, pero sin derechos
Si hay un gobierno latino que no siente el menor agrado por la HRF es el venezolano. Incluso líderes del chavismo acusan a la institución de estar financiada por la CIA. Pero el capítulo venezolano está expuesto: es como un libro abierto y el mundo ha visto la realidad de lo que ocurre: “La violencia contra las manifestaciones multitudinarias de estudiantes en febrero de 2014 son producto del enorme descontento que hay con el gobierno autoritario de Venezuela. Los venezolanos reclaman por los altos índices de criminalidad, la hiperinflación, el cierre de medios de comunicación independientes, el cierre de los canales institucionales de participación y el desabastecimiento de productos básicos en los mercados”.
Halvorssen Mendoza es enfático: “¿Qué recibieron esos estudiantes del gobierno en respuesta a sus denuncias? Represión; tiros certeros a la cabeza por agentes del SEBIN y los ‘colectivos revolucionarios’ del gobierno; apertura de procesos penales; torturas en la cárcel y, encima de todo, ser tildados de ‘asesinos’, ‘nazis’, ‘fascistas’ y ‘terroristas’, por Diosdado Cabello, Nicolás Maduro y varios de sus ministros. Esta es la tragedia que hemos visto los venezolanos durante 2014 y ahora en 2015”.
Si algo quisiera Thor Halvorssen Mendoza es tener a Nicolás Maduro frente a frente. Ahí, durante ese poco probable escenario, “le diría que él tiene la oportunidad de destruir la estructura autoritaria que creó y le heredó Chávez, y que, si no, pasará a la historia como jefe máximo de un régimen lleno de odio hacia quienes piensan diferente, y lleno de fanáticos trasnochados, ideologizados y corruptos, que son completamente indiferentes a las necesidades de los venezolanos”.