En la década de 1980, había una leyenda urbana acerca de un hombre/mujer que liga a un compañero sexual voluntario en un bar/club y lo lleva con él/ella a un departamento/hotel. Tienen sexo, y por la mañana, la persona despierta para descubrir que el amante ocasional se ha esfumado. En el baño, nuestro protagonista descubre un mensaje escrito en el espejo con lápiz labial/crema de afeitar/sangre: “Bienvenido al mundo del sida.”
Ese relato apócrifo hizo eco de los miedos de cualquiera que haya llegado a la mayoría de edad durante los años de mayor auge del sida. El autor-director David Robert Mitchell aprovecha esta veta en It Follows, la segunda producción del joven cineasta. Esta película de terror independiente rodada durante 28 días en Detroit, la ciudad natal de Mitchell, cuenta la historia de Jay (Maika Monroe), una chica de 19 años que se acuesta con un chico que le gusta, pero despierta para descubrir que ha contraído un monstruo de transmisión sexual que la acechará lentamente con el fin de desordenar brutalmente las partes de su cuerpo. A menos, por supuesto, que tenga sexo con otra persona y le transmita al monstruo. Pero si el monstruo logra capturar y matar a su próxima pareja sexual, volverá por ella, y así. La película recibió sólidas reseñas en los festivales de cine de Cannes y Toronto, y será exhibida en funciones de medianoche en el Festival de Cine de Sundance antes de su estreno en cines, el próximo 27 de marzo.
“La idea básica de ser perseguido por algo que es lento pero que nunca se detiene, proviene de una pesadilla que tuve cuando era niño”, dice Mitchell. “Veía a alguien a la distancia, y simplemente caminaba muy lentamente hacia mí; yo miraba a las personas que me rodeaban y señalaba a esa persona, y ellas no sabían de lo que hablaba. Yo sabía que era un monstruo, algo que iba a lastimarme. Y escapaba de él y esperaba, y luego, al final, aparecía a la vuelta de la esquina… Siempre podía escapar de él, pero lo más horrible del asunto era que nunca se detenía. Siempre venía por mí.”
El perseguidor incansable (piense en Terminator, en Michael Myers o en Pepe Le Pew) es la característica más escalofriante de It Follows. Mitchell evita sabiamente la pornografía de tortura y la sangre derramada, que son lugares comunes en el horror moderno, y crea un entorno de ensueño que recuerda tanto a John Carpenter como a David Lynch, con una musicalización cambiante y sintética que se mueve entre pasajes melódicos y el ruido controlado.
El entorno suburbano de Detroit tampoco es algo que estemos acostumbrados a ver en el cine, lo que da a la película un aire distante. Es difícil identificar muchas de las locaciones de Mitchell, e incluso la década en la que se desarrolla la acción. “Hay referencias a cosas de las décadas de 1970 y 1980. Deseábamos proyectar una sensación fuera del tiempo para situarla justo lo suficientemente alejada de nuestra realidad.” Un personaje lee El idiotade Dostoievskien un lector de libros electrónicos que parece una caja de píldoras anticonceptivas. “Simplemente tomé una polvera de la década de 1960 y la convertimos en un teléfono celular”, dice Mitchell. “Parece algo físicamente de aquella década, pero tiene un elemento moderno. Es solo un pequeño indicador para mostrar que no se trata realmente de nuestro mundo.”
Es aquí donde la película de Mitchell difiere de la mayoría de las demás películas de terror: si eliminamos algunas escenas, podía parecer, de hecho, un drama mágico de la llegada a la madurez (sexual), y lo es en cierto sentido. Aunque Mitchell dejó de tener aquel sueño cuando era joven, cuando tomó forma como una idea para una película, le añadió el elemento sexual.
Debemos señalar que el monstruo sexual tiene que obedecer algunas reglas físicas básicas. No puede atravesar las paredes como un fantasma, aunque puede romper ventanas y escalar muros. Y aunque es invisible para cualquier persona con la que no esté relacionado, puede aparecer como cualquier persona: un familiar, un maestro, un extraño hombre desnudo sobre un tejado. Aunque está basado en los zombies y en los invasores de cuerpos, que son cosas que no necesariamente corren hacia uno, pero esto no las hace menos atemorizantes, es uno de los monstruos más originales de los últimos tiempos, incluso si se presenta como una abuela en camisón caminando hacia usted. “Esta es una de las cosas divertidas que se relacionan con una película de terror”, dice Mitchell. “Hay reglas, pero tienen que ser creadas por las personas que están dentro del mundo, y esas personas tienen sus propias limitaciones. Como las cosas que Hugh [el chico que se acuesta con Jay] le dice a ella, que son su interpretación de lo que él ha averiguado. La información proviene de una persona muy sospechosa.”
Lo anterior me hace preguntarme con cuánta frecuencia las personas engañan intencionadamente a sus compañeros sexuales acerca de su estado en relación con las ETS. “Como una regla general, diríamos que las personas deben comunicar de manera honesta y abierta a cualesquier pareja sexual, que padecen una enfermedad sexualmente transmitida”, señala Leslie Kantor, vicepresidente de educación de Planned Parenthood. “Existen un par de excepciones para esto. Desafortunadamente, en ocasiones, las personas sienten que están en una situación en la que puede haber violencia o alguna clase de abuso, y en ese caso, por supuesto, las personas no deben hablar de ello, porque podían ponerse en riesgo.”
Tal vez Hugh no sea tan mala persona después de todo; en una desgarradora secuencia, ata a Jay a una silla de ruedas para darle consejos sobre cómo evitar la violencia que ella está a punto de experimentar.
Después de su encuentro, la reacción de Jay ante su ETS recién descubierta pone en marcha un giro a la idea de la “chica final” de las películas de terror. En una de las representaciones más visuales de la inocencia perdida, Jay se monta en un columpio situado en un campo abierto, desde donde puede calcular la distancia a la que se encuentra cualquier persona que vaya hacia ella.
“Algunas personas podrían interpretar la película como un intento de asustar a la gente para alejarla del sexo y de tratar de hacer algún tipo de afirmación moral, pero para mí no lo es”, dice Mitchell. “Para mí, Jay es fuerte, y no ha hecho nada malo. Se acostó con alguien que le gustaba, y eso está bien, y todas las cosas que ocurren después no son un castigo por su pecado. Todo ello se relaciona más con la realidad del mundo.”
En cuanto a si las personas creen que pueden curarse de una ETS transmitiéndosela a otra persona, esta no es una idea común en Estados Unidos, pero Kantor dice que tampoco es algo totalmente desconocido. “Existen ciertas mitologías en algunas partes del mundo, según las cuales, tener relaciones sexuales con una virgen curará de algún modo el VIH. Esto tiene algunas implicaciones muy preocupantes, pues hay personas que tratan de tener relaciones sexuales con adolescentes jóvenes y cosas así.”
“¿Y nunca ha oído hablar de algún tipo de monstruo sexualmente transmitido?”, le pregunté.
“No.”
Y sin embargo, a través del sexo pueden ocurrir cosas terriblemente monstruosas. El miedo a tener una enfermedad de transmisión sexual amenaza desde el mismo espacio mental desde el cual acecharía un monstruo. Yo adquirí unaETS en mi primer año en la universidad, y fue una de las experiencias más terribles de mi vida. No quería volver a tener sexo con nadie. Para un chico de 18 años, eso es mucho decir.
“Aun cuando era un adolescente que pensaba en ello, creía que podía ser muy divertido si fuera algo que pudiera ser compartido de alguna forma, casi como un juego de ‘corre que te atrapo’”, dice Mitchell. “Y luego pensé que el sexo conecta a las personas física y emocionalmente. Y me gusta la forma en la que las personas establecen conexiones físicas y emocionales con quienes se han acostado, y esas cosas permanecen con nosotros.”
It followstrata realmente sobre la mortalidad y la moralidad, porque uno puede librarse del monstruo si se lo da a otra persona (al menos temporalmente). Esto causaría toda clase de problemas interpersonales con las ETS de mundo real. Si pudiera haberme librado de mi propia enfermedad simplemente al acostarme con otra persona, ¿lo habría hecho? Le pregunté a Kantor acerca de la leyenda urbana del infectado desconocido.
“La mayoría de las personas son muy responsables actualmente en lo que respecta a su vida sexual y toman las medidas necesarias para prevenir las ETS”, dice. “Por ejemplo, 80 por ciento de los jóvenes usan condón la primera vez que tienen relaciones sexuales. Eso realmente se ha convertido en una norma. Esto no ocurre en forma extendida. Hay muchas ETS, pero la mayoría de ellas no están allí porque las personas traten de transmitirlas a otras, sino porque no saben que las tienen.
“Es cierto que las personas tienen relaciones sexuales por muchas razones diferentes”, continúa Kantor. “Aunque parece algo sencillo, en realidad es un punto bastante amplio. Va desde querer comunicarse con alguien en un nivel profundo hasta tener las hormonas desatadas.”
Lo cual, por supuesto, nos regresa a Dostoievski. “No estamos aquí para siempre”, señala Mitchell, hablando acerca de la referencia al gran novelista ruso. “Y una de las formas en que podemos mantener a raya nuestro miedo a la muerte es a través del sexo y el amor. Estas son formas en las quepodemos encontrar una manera de sentirnos cómodos con el hecho de que nuestras vidas son limitadas. Y es algo de lo que estos personajes quizás comienzan a ser conscientes, de que es algo con lo que todos vivimos.”