Washington, DC.- El gobierno estadounidense debe cuidar que la fobia al Islam no crezca, ya que esto puede llevar a ataques en contra de musulmanes (hay 2.6 millones de musulmanes viviendo en Estados Unidos).
Balancear estos dos puntos es algo muy complicado. A George W. Bush se le presentaron las mismas dificultades en su administración. Pero la manera en que Obama ha reaccionado ante esto es mucho más mesurada. Ha logrado transportar la carga ideológica que conlleva decir “extremismo islámico” y la ha colocado en un nuevo término:“extremismo violento”.
Obama habla de factores que propician el extremismo como lo son la pobreza y la política de un país, y de alguna manera ha logrado minimizar el papel de la religión como papel fundamental en los ataques.
El pasado miércoles el presidente Barak Obama aseguró que Estados Unidos no estaba “en guerra con el islam (sino) en guerra contra gente que ha pervertido al islam”.
“El ascenso del extremismo violento representa el primer desafío para la juventud del siglo XXI”, agregó el secretario de Estado, John Kerry, para quien la lucha contra las organizaciones radicales armados constituye “el combate fundamental de nuestra generación”.
Pero la estrategia de Obama está resultando contraproducente, ya que al hacer de lado el papel de la religión en el extremismo islámico parece autocensurarse. La conversación sobre el tema esta siendo guiada por conductores de televisión ultraconservadores como Bill O’Reilly quien dice que el Islam es una fuerza destructiva y que Estados Unidos está en una guerra religiosa.
Aunque esta bien que Obama repita que “Estados Unidos no está en guerra con el Islam” y que quiera terminar con la fobia al Islam, que últimamente se ha propagado por Estados Unidos y el mundo, también es correcto que reconozca el importante rol que la religión juega en esta guerra.
Sobre todo porque como dice el secretario Kerry, “el siglo XX se definió por la lucha contra la gran depresión económica, la esclavitud, el fascismo y el totalitarismo. Ahora es nuestro turno, y les prometo que el combate contra el extremismo violento dominarála próxima asamblea general de las Naciones Unidas en septiembre”.
(Con información de The New York Times y AFP).