La organización sin fines de lucro asistió a una comunidad en Oaxaca a instalar su propia y autónoma red celular, lo que bien podría ser un vistazo al futuro de las comunicaciones.
Cuando pensamos en telefonía celular nos viene a la mente inexorablemente las compañías que nos proporcionan el servicio para lograr comunicarnos; pensamos en sus contratos que nos mantienen atados por años, o en sus carísimos planes tarifarios, pensamos en las compañías que tenemos a nuestra disposición, en cuál es la mejor, la más flexible, la más accesible, la que tiene mejor cobertura, etcétera. La discusión nunca se termina porque la telefonía celular se ha vuelto una parte tan importante de nuestras vidas que ahora es un servicio casi tan común como la luz o el agua. O al menos así debería considerarse, como una necesidad propia de nuestra época.
Alrededor de todo el mundo los operadores de telefonía móvil se ocupan de brindarnos acceso a la red, que ellos controlan, por supuesto. América Móvil (cuyo principal accionista y propietario es el mexicano Carlos Slim) es la cuarta operadora de red móvil más grande del mundo. Tiene presencia en 18 países de América (América Latina en su mayoría), y da servicio a más de 200 millones de usuarios vía sus diferentes compañías de telefonía celular. En México, Brasil, Honduras, Nicaragua, Ecuador, Argentina, El Salvador, Uruguay, Puerto Rico y en prácticamente todos los demás países latinoamericanos, América Móvil controla la red de telefonía móvil. Esto no es algo que ocurra únicamente en América, se puede observar en otras zonas del mundo: en Asia están China Mobile y Singtel, y en Reino Unido y Europa, Vodafone, solo por mencionar a los operadores más grandes. Por lo tanto, en cualquier parte del mundo la persona de a pie depende enteramente de las compañías para poder tener acceso a la telefonía celular.
A simple vista esto puede parecer un fenómeno completamente normal porque nos hemos acostumbrado a pagar a otros por cualquier servicio, y tenemos la idea de que si queremos poseer un teléfono celular para comunicarnos, debemos contratar inevitablemente a una de las compañías que compiten por sus usuarios, pero… ¿qué pasaría si llegara alguien a decirnos que no tenemos que contratar a ninguna compañía, que no debemos estar sujetos a sus términos y condiciones, y que nuestra necesidad de comunicarnos no tiene por qué estar determinada por los operadores transnacionales de red móvil? Esto fue precisamente lo que sucedió en una pequeña población en el estado de Oaxaca, llamada Talea de Castro. Y de la noche a la mañana cambió la dinámica de la comunidad.
Durante mucho tiempo, Talea de Castro (ubicada a unas cinco horas de la capital oaxaqueña), comunicaba mensajes importantes a sus 2500 habitantes a través de megáfonos. En vista de la creciente —y natural— necesidad de los taleanos por comunicarse entre sí, la comunidad indígena hizo una pequeña campaña en 2009 y 2010 para hacerse notar y que las compañías operadoras de telefonía celular llegaran hasta allí a instalar una red móvil que les permitiera comunicarse con teléfonos celulares. Todas las compañías le dieron la espalda, porque, a sus ojos, una población de 2500 habitantes no es lo suficientemente grande como para ser rentable económicamente (ya que exigen requisitos como garantizar al menos 10 000 usuarios). Por varios meses más, los habitantes de Talea de Castro se resignaron a tener que pertenecer a una época pasada, a comunicarse por medios que son completamente imprácticos y obsoletos, y a no poder mejorar su calidad de vida porque las compañías que controlan la red móvil así lo deciden.
No fue hasta que un colectivo llamado Rhizomatica —nacido en internet— escuchó de la población en la Sierra Negra de Oaxaca y decidió apoyarla con un plan para instalar una red celular. Después de una asamblea general para presentar el piloto del proyecto ante la comunidad zapoteca, la organización sin ánimo de lucro enseñó a los habitantes y asistió en la instalación de una antena básica que tuviera la mayor cobertura posible para Talea de Castro. Así fue como nació la primera red celular autónoma y comunitaria en México, la primera cuyos usuarios no dependen de las grandes compañías de telecomunicaciones. Se inició con una pequeña antena que proveía un servicio limitado, y aun bajo esas circunstancias ya se podía observar un comportamiento inicial en el cual los habitantes aprovechaban al máximo la red comunitaria. Ahora se pagan tan solo 15 pesos al mes por el servicio, y recientemente los habitantes agregaron la larga distancia a Estados Unidos, con tarifas inusualmente bajas, a la lista de posibilidades.
El hecho es que para una comunidad indígena como Talea de Castro, sin acceso a red celular, y de las cuales existen al menos otras 50 000 en México, exigir el acceso a telefonía móvil no fue un simple capricho. Fue sencillamente una cuestión de necesidad, la necesidad de comunicarse que es tan innata al ser humano como la misma necesidad de alimentarse. El restringirle la comunicación a una colectividad es desnudarla de su propia esencia y, en términos generales, es limitar su calidad de vida. Bajo este mismo principio funciona Rhizomatica, la organización que ha invertido esfuerzos en Nigeria y México para seguir instalando redes celulares en comunidades que necesitan de gran inclusión. Resulta preocupante, dado que entre más avanza la tecnología, se les excluye más y más a estas comunidades de la dinámica de su país y del resto del mundo que se encuentra interconectado.
Rhizomatica propone que, para evitar este fenómeno, se requiere quebrar el oligopolio de las telecomunicaciones, y hacer que las comunidades se conviertan en proveedores de su propio servicio. Gracias a la gran variedad de esfuerzos del tipo open-source durante los últimos años, hoy en día se ha vuelto económica y físicamente viable que una colectividad —o un individuo incluso— construya su propia red y provea servicio de telefonía celular para miles de personas. La misión global de Rhizomatica es aumentar el acceso a las telecomunicaciones móviles a las más de dos billones de personas sin cobertura asequible, y a las 700 millones sin ningún tipo de cobertura.
Por su parte, América Móvil da servicio al 70 por ciento de los usuarios de teléfonos celulares en América Latina, pero Talea de Castro no es parte de ese porcentaje. Mientras que en la comunidad zapoteca se continúa observando una envidiable organización y esfuerzos entre los habitantes para poder agrandar la red, darle mantenimiento, y regular los pagos, Rhizomatica ya planea su siguiente proyecto bajo el mismo esquema que resultó exitoso en Talea de Castro.
Es innegable que el acceso a las telecomunicaciones representa también el acceso a una mejor calidad de vida, representa el empoderamiento de las comunidades a través de la organización y los esfuerzos colectivos para alcanzar un servicio que les continúe facilitando la vida cotidiana. El enfoque de Rhizomatica combina reformas regulatorias, descentralización, participación comunitaria, y utilización de nuevas tecnologías que conecten a las personas (y que han probado ser factores determinantes para un mayor acceso a la información y para el desarrollo humano). La organización no lucrativa quiere darle este empoderamiento a las comunidades, otorgarles las herramientas que les permitan incluirse en las redes telecomunicaciones, y mejorar no solo su dinámica comunitaria, sino volverlos miembros y proveedores activos de un servicio tan necesario hoy en día como es la telefonía móvil.
Nos encontramos al borde de lo que el filósofo de la ciencia Thomas Kuhn definió como un “cambio paradigmático”, en donde el surgimiento de un nuevo fenómeno, en este caso el de las redes comunicacionales, dará pie a un reajuste total de la forma en que entendemos nuestra relación con el resto del mundo. Apenas empieza esta nueva era en la cual las telecomunicaciones son actores principales de los cambios sociales, y en la medida en la que organizaciones como Rhizomatica aprovechan esta etapa incipiente —en donde aún no existe legislación—, surgen espacios idóneos para llevar a cabo importantes avances tecnológicos y sociales, surgen nuevos retos con las empresas, con los gobiernos, y con los mismos usuarios. Inevitablemente, también surgirán muchas preguntas sobre el futuro de la comunicación humana, pero el valor que tienen organizaciones como esta es precisamente el de hacer surgir cuestionamientos y nuevas dudas sobre nuestros paradigmas. Las preguntas traen consigo transformación y hasta cambios enteros de paradigmas; así que ninguna idea que nos aliente a cuestionar debe ser tan mala. Tan es así, que las mismas compañías de telefonía celular se están percatando de que hay todo un mundo de posibilidades que hasta ahora ignoraban. Por qué no ganarles la carrera y percatarnos nosotros antes que ellas.