Un estanque estacional, en cuyo interior se construyó untetzacualco o adoratorio en época prehispánica, pudo representar la creación del mundo. Algunos mitos mesoamericanos sostienen que Cipactli, el monstruo de la tierra, flotaba sobre las aguas primigenias y a partir de su cuerpo se creó el cielo y la tierra.
El sitio de Nahualac, ubicado en la falda del volcán Iztaccíhuatl en Amecameca, Estado de México a 3,870 metros sobre el nivel del mar, en el centro de México, podría imitar dicha concepción mítica, informó este miércoles el Instituto de Antropología e Historia (INAH) de México.
El agua de los manantiales cercanos parecía haber sido desviada deliberadamente al sitio para crear la ilusión de que el santuario flotaba, como en un espejo.
“Estos efectos visuales, además de las características de los elementos que componen el sitio y la relación que tienen entre sí, nos hacen suponer que Nahualac podría representar un microcosmos que evoca las aguas primitivas y el comienzo del mítico espacio-tiempo “, dijo Iris del Rocío Hernández Bautista,responsable de la investigación arqueológica de alta montaña en ese lugar.
En 2015, a partir de una denuncia de destrucción del sitio, se creó el Proyecto Arqueológico Nahualac.
En 2016 un equipo multidisciplinario emprendió una temporada de excavación en la que se recuperaron numerosos fragmentos cerámicos, materiales líticos, lapidarios y restos orgánicos, informóHernández Bautista en un comunicado de prensa emitido por el INAH este miércoles.
Nahualac consta de dos áreas: la primera y principal es un estanque estacional donde se construyó un templo rectangular de piedras apiladas sin ningún tipo de cementante conocido como tetzacualco (de 11.5 x 9.8 metros) en la época prehispánica. La segunda se localiza a 150 metros al sureste de la estructura, sobre un amplio valle donde brotan manantiales. Ahí se han hallado piezas cerámicas con elementos decorativos asociados a Tláloc, deidad de la lluvia.
Bautista dijo que se recuperaron cerámicas del sitio que datan de alrededor de 750 d. C. hasta 1150 d. C.
La arqueóloga responsable ha deducido, a través de las primeras exploraciones del sitio y de las investigaciones en curso, que Nahualac es la representación de un espacio ritual donde el culto a Tláloc es evidente aunque no exclusivo, pues también guarda relación con las entidades femeninas del agua y de la tierra.